A na Victoria Saldarriaga
Miembro de la Nel- cf Medellín
Para el hombre como para la mujer, toda la normatividad se organiza alrededor de la cesión o transmisión de una ausencia o carencia [manque[1]].
-Lacan, Seminario 16 (1968-69)[2]–
Buenas noches.
Como saben, la elaboración de una bibliografía implica un trabajo de lectura, selección, clasificación, ordenación y edición del material recogido, de acuerdo con el tema de la misma; en este caso, “Las marcas de lo traumático”. Para contextualizar mi comentario sobre la cita que elegí, quisiera situar las coordenadas personales de esa elección, para aclarar el propósito y el método de lectura que me guían.
Mientras iba leyendo las citas en el trabajo conjunto con Jáder Flórez, algunas de ellas despertaban en mí diferentes reacciones. En el nivel de la enunciación de Freud o de Lacan[3], encontré unas inolvidables. En el nivel de los enunciados, hubo muchas que abrieron preguntas y que, por tanto, me invitan ahora a pequeñas incursiones investigativas. Hubo otras que me admiraron por sus aspectos clínicos o por sus relaciones con el arte y la literatura; esas me invitan a su estudio cuidadoso. Pero hubo dos que me impactaron desde la primera lectura y suscitaron en mí el deseo de compartirlas de alguna forma con ustedes: la primera y la última de la selección de las 15 citas que les enviamos. La razón es que, de un golpe, me permitieron situar un poco el panorama donde podía insertar algunos fragmentos conceptuales que había recogido, aquí o allá, sobre el goce y el significante. Las dos citas implican un anudamiento entre enunciación y enunciado.
Debo decir que dichos fragmentos ya comenzaban a tener un cierto contexto, a partir de la lectura realizada, antes de la cuarentena, en el espacio que he declarado a la sede como “Lecturas psicoanalíticas para curiosos y principiantes”. Se trata de la primera conversación de Lacan en Hablo a las paredes y titulada “Saber, ignorancia, verdad y goce” (4/11/74)[4]. Así, las dos citas encontradas durante la elaboración de la bibliografía (1 y 15), marcaron el inicio de un tiempo para comprender respecto a esos dos conceptos, “significante” y “goce”, pues podría calificarlas de esclarecedoras, orientadoras; para mí, fueron como brújulas para indicar hacia dónde vamos cuando empezamos a hablar de los conceptos psicoanalíticos y sus tres registros R, S, I.
Me referiré a la cita #1, entonces, por tres razones. En primer lugar, para controlar mis hipótesis de lectura con ustedes; segundo, porque quizás pueda ser útil también para algunos; y, finalmente, porque creo que traza los fundamentos de lo que Lacan seguirá pensando y trabajando durante su enseñanza respecto a la marca y al significante. Voy a comenzar entonces por su lectura[5]:
Veamos ahora la huella, el paso sobre la arena, signo que no engaña a Robinson. Aquí el signo se separa de su objeto. La huella, en lo que tiene de negativo, lleva el signo natural a un límite en que éste es evanescente. La distinción entre el signo y el objeto es aquí muy clara puesto que la huella es precisamente lo que deja el objeto que se fue a otra parte. Objetivamente, no se necesita sujeto alguno que reconozca el signo para que esté, la huella existe aún cuando no haya nadie para mirarla.
¿A partir de cuándo pasamos a lo que es del orden significante?Retomo la pregunta de Lacan: ¿A partir de cuándo pasamos a lo que es del orden significante?
La cita continúa con su respuesta:
El significante puede extenderse a muchos elementos del dominio del signo. Sin embargo, el significante es un signo que no remite a un objeto, ni siquiera en estado de huella, aunque la huella anuncia de todos modos su carácter esencial. Es, también, signo de una ausencia. Pero en tanto forma parte del lenguaje, el significante es un signo que remite a otro signo, está estructurado como tal para significar la ausencia de otro signo, en otras palabras, para oponerse a él en un par.
Esas palabras, donde él inscribe los términos “huella”, “signo” y “significante”, llamaron mi atención: “orden” para el significante y “dominio” para el signo. Trato de aclarar esas inscripciones de cada uno en un “orden” o en un “dominio”. No son lo mismo[6]. Entonces:
Hay un dominio: el del signo.
A ese dominio pertenecen huella y significante. ¿Cómo?
El significante pertenece a ese dominio “en estado de huella”. ¿Por qué? Porque el significante pasa por varios estados y uno de ellos es el de huella. (Anotación preciosa, a mi juicio, pues a veces lo confundimos y reducimos a su estado de palabra).
La huella anuncia el carácter esencial del significante.
¿Qué es eso esencial que comparten entonces huella y significante? Lo que los define: son “signos de una ausencia”.
¿Ahora, cuál es la diferencia?
Si nos permitimos la inversión moebiana, diríamos que la huella, ya en estado de significante:
1.- Entra a formar parte del lenguaje
2.- En ese ¿terreno?, situado dentro del dominio del signo[7]: “el significante es un signo que remite a otro signo, está estructurado como tal para significar la ausencia de otro signo, en otras palabras, para oponerse a él en un par”. Y, enseguida, Lacan nos da un ejemplo:
Les hablé del día y de la noche. El día y la noche no son algo que pueda definirse a partir de la experiencia. La experiencia sólo puede indicar una serie de modulaciones, de transformaciones, incluso una pulsación, una alternancia de luz y oscuridad, con todas sus transiciones. El lenguaje comienza con la oposición: el día y la noche. A partir del momento en que existe el día como significante, ese día está entregado a todas las vicisitudes de un juego a través del que llegará a significar cosas muy diversas.
Ese carácter del significante marca de modo esencial todo lo que es del orden del inconsciente. La obra de Freud con su enorme armazón filológico jugando hasta la intimidad misma de los fenómenos, es absolutamente impensable si no se coloca en primer plano la dominancia del significante en los fenómenos analíticos.
¿Cuál carácter del significante? ¿El de estar entregado, como “día”, a todas las vicisitudes de un juego a través del que llegará a significar cosas muy diversas? Arriesgo un “sí”, como respuesta: “las vicisitudes de un juego”, ése sería el carácter que marcaría el orden inconsciente. Entonces tenemos:
1.- El dominio del signo al que pertenece la huella.
2.- El ¿terreno? del lenguaje que se inscribe en el dominio del signo, porque sus elementos son signos de una ausencia, pero que se diferencia de ese dominio por algo específico que le da su estatuto propiamente significante, alejándolo del estado inicial de huella.
3.- El orden significante, que se inscribiría dentro de ese terreno del lenguaje[8].
4.- En su estado de huella, el signo remite al objeto, “aquel que se fue a otra parte”. Las huellas de Viernes en la arena remiten a ese objeto real que es Viernes y que, para Robinson implicó que pasó por ahí y se fue a otro lugar. Releamos, para verificarlo: ““La distinción entre el signo y el objeto es aquí muy clara puesto que la huella es precisamente lo que deja el objeto que se fue a otra parte. Objetivamente, no se necesita sujeto alguno que reconozca el signo para que esté, la huella existe aun cuando no haya nadie para mirarla”.
5.- En su estado de significante, el signo va a remitir, ya no a un objeto que se fue a otra parte, sino a la ausencia de otro significante.
5.- Esto va a implicar entonces que el “terreno” del lenguaje donde se inscribe el significante sea un terreno en el cual, gracias a esa remisión de un significante a otro ausente, adquiera el carácter de un juego.
6.- Ese carácter del juego significante va a marcar de modo esencial todo lo que es del “orden del inconsciente”.
7.- ¿Cómo exactamente? Retomo partes de la cita que pueden contestar esta pregunta:
7.1.- La obra de Freud, desde su dimensión filológica juega hasta en la intimidad misma de los fenómenos.
7.2.- Esa obra es impensable si no se pone en primer plano “la dominancia significante en los fenómenos analíticos”.
Las palabras en negrita, “fenómenos” y “fenómenos analíticos” me devuelven al contexto enunciativo de la cita, pues la enunciación de Lacan en este capítulo XII, “La pregunta histérica”, de su tercer seminario, Las psicosis (1955-56) va en dos sentidos:
1– En el de articular el capítulo con el seminario en su conjunto
2.- En el de aclarar un malentendido
Subrayo en esa contextualización de la cita 1 (a la que remito al lector) [9] cómo Lacan cambia la perspectiva del abordaje de la psicosis, desde la psiquiátrica a la psicoanalítica propiamente dicha, cuando va sustituyendo la calificación de los “fenómenos”. Abandona “fenómenos psicóticos o elementales” a favor de “fenómenos del lenguaje en la Psicosis”. Así, estos últimos quedan incluidos en lo que él denomina “el campo analítico”. Es decir, “un campo” que le permite a Lacan establecer las coincidencias con el campo del lenguaje delimitado por de Saussure[10]; pero también marcar sus diferencias.
Resuena entonces el título de su Discurso de Roma: “Función y campo del lenguaje y la palabra en psicoanálisis”. El campo es el del lenguaje, la función es de la palabra. Así pues, los fenómenos de la psicosis quedan incluidos, diría “oficialmente”, dentro del campo analítico, el del lenguaje. Freud incluyó los fenómenos de la psicosis en ese campo en términos de causa, si recordamos su análisis de Schreber realizado en sus diferentes niveles lingüísticos. Pero los había excluido en términos del tratamiento posible. Lacan incluye ese tratamiento posible también en el campo del lenguaje, a tal punto que, como sabemos, será el fundamento de su seminario sobre Joyce y sus proposiciones sobre la lalengua.
Pero entonces otro título resonó con ese “campo del lenguaje”: el de la tercera parte del seminario 16: “El goce: su campo”[11]. Aquí ya estamos en otro campo, el trabajado por Lacan, a partir, como lo explica él allí mismo, del Das ding Freudiano, examinado en el seminario 7, La ética del psicoanálisis. Esta atribución de “un campo” al goce, nos autoriza a situar esos dos campos, el freudiano y el lacaniano, en paralelo con marca y significante y extender su inscripción en uno u otro de los campos, según corresponda:
Marca Significante
Campo del goce Campo del lenguaje
Campo de la marca Campo del significante
Finalmente, para acercarme a la respuesta de la pregunta que propuse como título, ¿Qué hay entre esos dos campos en psicoanálisis?, será necesario referirme a otras dos fichas de mi rompecabezas sobre las relaciones goce/significante. La primera, ya mencionada de Hablo a las paredes, en la que Lacan sitúa también dos zonas, pero agrega una “frontera sensible”:
[…] Además, es sabido que insistí sobre la diferencia entre saber y verdad (p. 21). […].
[…] articulé que el discurso analítico se sostiene en la frontera sensible entre la verdad y el saber (p. 21).
[…] el punto en cuestión para el psicoanálisis, eso que llamé la frontera sensible entre verdad y saber (p. 22).
[…] No hay una sola interpretación que no concierna -en lo que ustedes escuchan- al lazo que se manifiesta entre la palabra y el goce (p. 31).
De esta manera, tendríamos nuestros 2 campos: marca y significante y lo que va entre ellos. Si situamos la palabra en paralelo con el orden significante, la marca se situaría en el lugar del goce. Y “la frontera sensible” es lo que respondería a la pregunta por lo que iría del campo de la marca al del significante. En este caso sería “la interpretación” analítica, aquella a la que concierne un lazo: aquel que se manifiesta entre la palabra y el goce[12]. El campo de la marca se inscribiría en el del saber sobre el goce, y el del significante, en el de la verdad. Esta es su síntesis. Incluyo la precisión al campo donde se inscribe la palabra, según la nota de página anterior (13) y pongo en azul claro lo que hay entre los dos campos del “goce” y “eso que se manifiesta de palabra”
Campo de la marca Campo del significante
Saber Verdad
(se sabe) (se encuentra, se revela)
Interpretación analítica
Inconsciente: estructurado como un lenguaje
Lalengua/ lengua (materna)
Goce/acto: R Eso que se manifiesta de palabra: S Discurso: I
Goce Angustia Síntoma Inhibición
Síntoma tipo de lo real
La muerte hace signo en lalengua
Muerte / Vida
La segunda ficha vino de las precisiones que Lacan hace en el seminario 24 sobre los diferentes registros de la interpretación analítica: la que toca el síntoma, al sujeto del inconsciente o al goce. Sobre esta base, entonces, sintetizo en el siguiente esquema mi hipótesis de respuesta a lo que hay entre el campo de la marca y el significante en psicoanálisis:
Tres tipos de interpretación en psicoanálisis
Goce/acto: R Lo que se manifiesta de Palabra: S Discurso: I
Goce Angustia Síntoma Inhibición
Síntoma tipo de lo real
La muerte hace signo en lalengua
Muerte / Vida
1.- La que toca el goce: (compulsión de repetición ¿?): La del chiste o Witz, la del equívoco.
2.- La que toca el síntoma (lo que se ha reprimido): La de la poesía (metáfora y metonimia)
3.- La que toca al sujeto lógico del inconsciente (el que se pregunta algo de sí mismo): La de la lógica, o “función de lalengua[13]”
¿Qué hay entonces entre el campo de la marca y del significante en psicoanálisis, según este recorrido de lectura? “Una frontera sensible” entre el saber y la verdad; es decir, entre los campos del lenguaje y del goce. En el campo analítico en su conjunto, entones, en el de su práctica, esto implica, dos fronteras sensibles distintas:
* Del lado del analizante, la angustia y lo que en su lalengua hace signo de la muerte;
* del lado del analista, las tres posibilidades de interpretación en lo que oye de su analizante, teniendo en cuenta que la que, finalmente, debe hacer operar para tocar ese signo o marca de la muerte es la del Witz, la de la lalengua misma en su registro de equívoco, la que hace estallar el goce en los labios del analizante: una risa, por ejemplo.
[1] Traduzco la definición de manque que trae el diccionario del Centro Nacional de Recursos Textuales y Lexicales (CNRTL, Francia) : “ausencia de un acosa o de una persona cuya presencia sería deseable o necesaria (generalmente para formar un conjunto coherente)” ( https://www.cnrtl.fr/definition/d%C3%A9faut/substantif).
[2] Seminario 16, Capítulo XVI, final de la parte 1.
[3] Por nivel de la enunciación entiendo el nivel del texto donde ellos hablan en la primera persona del singular, ya sea como sujetos (pues también tuvieron que vérselas, como nosotros con sus propios inconscientes) o como sujetos investigadores en psicoanálisis, con toda la dificultad que éste implica.
[4] Buenos Aires, Paidós, 2012.
[5] Lacan, J., El seminario, libro 3, Las Psicosis. Paidós, Buenos Aires, 1955-1956, p, 238. Los subrayados son míos.
[6] Aclaro que tomo en cuenta dos significaciones implicadas en el término: la matemática ( : https://es.wikipedia.org/wiki/Dominio_de_definici%C3%B3n) y, dentro de las que trae el diccionario de la rae (https://dle.rae.es/dominio), la que remite al “territorio”, o aún la que por analogía establece con los tres dominios de la biología, por ejemplo (arquea, bacteria y eucaria).
[7] Como una casa de campo en un condominio, por ejemplo
[8]Hago la distinción sobre diferencia fundamental que Ferdinand de Saussure establece entre Lenguaje, lengua y habla. El habla es la realización particular que hace un sujeto de su lengua materna, es decir, cuando pronuncia o articula cada palabra. Es en ese momento en el que el orden significante se hace valer. Se trata del significante en su estatuto más simple, de fonema o sonido articulado (vocálicos y consonánticos)[8]. Mientras que la lengua, es lo que, según entiendo, Lacan llamaría “el tesoro de los significantes de un alengua”. Por su parte, el lenguaje no se reduce a la lengua y su realización en el lenguaje articulado, pues incluye otras formas significantes, como el lenguaje de los sordos, por ejemplo. Curso de lingüística general (1916).
[9] Seminario 3, Las psicosis, p. 234. Cabe anotar que Lacan va a mencionar el malentendido, punto donde esta cita 1 admite articularse con la 15, que también me impactó tanto: “Soy un traumatizado del malentendido” (Seminario 27).
[10] De Saussure, asigna a la semiótica el estudio del lenguaje, y a la linguistica, el de la lengua, en su aspecto ideal. Llama “lingusitica del habla” a aquella que se ocupa del estudio de su realización concreta en la boca de una persona.
[11] Las dos partes siguientes se titulan, formando una pequeña trilogía: “El goce: su real” y “El goce: su lógica”.
[12] En francés no dice “palabra”, sino: eso que se manifiesta de palabra. Lo cito, porque me parece que no es lo mismo y la omisión de ese “eso que se manifiesta de palabra” es fuente de malentendidos importantes en la lectura: “Il n’y a pas une interpretation qui ne concerne le lien entre ce qui, dans ce que vos entendez, se manifeste de parole et la jouissance”. (Je parle aux murs, Paris seuil, 2012, p. 26).
[13] Hablo a las paredes, p. 19.
A na Victoria Saldarriaga
Miembro de la Nel- cf Medellín
Para el hombre como para la mujer, toda la normatividad se organiza alrededor de la cesión o transmisión de una ausencia o carencia [manque[1]].
-Lacan, Seminario 16 (1968-69)[2]–
Buenas noches.
Como saben, la elaboración de una bibliografía implica un trabajo de lectura, selección, clasificación, ordenación y edición del material recogido, de acuerdo con el tema de la misma; en este caso, “Las marcas de lo traumático”. Para contextualizar mi comentario sobre la cita que elegí, quisiera situar las coordenadas personales de esa elección, para aclarar el propósito y el método de lectura que me guían.
Mientras iba leyendo las citas en el trabajo conjunto con Jáder Flórez, algunas de ellas despertaban en mí diferentes reacciones. En el nivel de la enunciación de Freud o de Lacan[3], encontré unas inolvidables. En el nivel de los enunciados, hubo muchas que abrieron preguntas y que, por tanto, me invitan ahora a pequeñas incursiones investigativas. Hubo otras que me admiraron por sus aspectos clínicos o por sus relaciones con el arte y la literatura; esas me invitan a su estudio cuidadoso. Pero hubo dos que me impactaron desde la primera lectura y suscitaron en mí el deseo de compartirlas de alguna forma con ustedes: la primera y la última de la selección de las 15 citas que les enviamos. La razón es que, de un golpe, me permitieron situar un poco el panorama donde podía insertar algunos fragmentos conceptuales que había recogido, aquí o allá, sobre el goce y el significante. Las dos citas implican un anudamiento entre enunciación y enunciado.
Debo decir que dichos fragmentos ya comenzaban a tener un cierto contexto, a partir de la lectura realizada, antes de la cuarentena, en el espacio que he declarado a la sede como “Lecturas psicoanalíticas para curiosos y principiantes”. Se trata de la primera conversación de Lacan en Hablo a las paredes y titulada “Saber, ignorancia, verdad y goce” (4/11/74)[4]. Así, las dos citas encontradas durante la elaboración de la bibliografía (1 y 15), marcaron el inicio de un tiempo para comprender respecto a esos dos conceptos, “significante” y “goce”, pues podría calificarlas de esclarecedoras, orientadoras; para mí, fueron como brújulas para indicar hacia dónde vamos cuando empezamos a hablar de los conceptos psicoanalíticos y sus tres registros R, S, I.
Me referiré a la cita #1, entonces, por tres razones. En primer lugar, para controlar mis hipótesis de lectura con ustedes; segundo, porque quizás pueda ser útil también para algunos; y, finalmente, porque creo que traza los fundamentos de lo que Lacan seguirá pensando y trabajando durante su enseñanza respecto a la marca y al significante. Voy a comenzar entonces por su lectura[5]:
Veamos ahora la huella, el paso sobre la arena, signo que no engaña a Robinson. Aquí el signo se separa de su objeto. La huella, en lo que tiene de negativo, lleva el signo natural a un límite en que éste es evanescente. La distinción entre el signo y el objeto es aquí muy clara puesto que la huella es precisamente lo que deja el objeto que se fue a otra parte. Objetivamente, no se necesita sujeto alguno que reconozca el signo para que esté, la huella existe aún cuando no haya nadie para mirarla.
¿A partir de cuándo pasamos a lo que es del orden significante?Retomo la pregunta de Lacan: ¿A partir de cuándo pasamos a lo que es del orden significante?
La cita continúa con su respuesta:
El significante puede extenderse a muchos elementos del dominio del signo. Sin embargo, el significante es un signo que no remite a un objeto, ni siquiera en estado de huella, aunque la huella anuncia de todos modos su carácter esencial. Es, también, signo de una ausencia. Pero en tanto forma parte del lenguaje, el significante es un signo que remite a otro signo, está estructurado como tal para significar la ausencia de otro signo, en otras palabras, para oponerse a él en un par.
Esas palabras, donde él inscribe los términos “huella”, “signo” y “significante”, llamaron mi atención: “orden” para el significante y “dominio” para el signo. Trato de aclarar esas inscripciones de cada uno en un “orden” o en un “dominio”. No son lo mismo[6]. Entonces:
Hay un dominio: el del signo.
A ese dominio pertenecen huella y significante. ¿Cómo?
El significante pertenece a ese dominio “en estado de huella”. ¿Por qué? Porque el significante pasa por varios estados y uno de ellos es el de huella. (Anotación preciosa, a mi juicio, pues a veces lo confundimos y reducimos a su estado de palabra).
La huella anuncia el carácter esencial del significante.
¿Qué es eso esencial que comparten entonces huella y significante? Lo que los define: son “signos de una ausencia”.
¿Ahora, cuál es la diferencia?
Si nos permitimos la inversión moebiana, diríamos que la huella, ya en estado de significante:
1.- Entra a formar parte del lenguaje
2.- En ese ¿terreno?, situado dentro del dominio del signo[7]: “el significante es un signo que remite a otro signo, está estructurado como tal para significar la ausencia de otro signo, en otras palabras, para oponerse a él en un par”. Y, enseguida, Lacan nos da un ejemplo:
Les hablé del día y de la noche. El día y la noche no son algo que pueda definirse a partir de la experiencia. La experiencia sólo puede indicar una serie de modulaciones, de transformaciones, incluso una pulsación, una alternancia de luz y oscuridad, con todas sus transiciones. El lenguaje comienza con la oposición: el día y la noche. A partir del momento en que existe el día como significante, ese día está entregado a todas las vicisitudes de un juego a través del que llegará a significar cosas muy diversas.
Ese carácter del significante marca de modo esencial todo lo que es del orden del inconsciente. La obra de Freud con su enorme armazón filológico jugando hasta la intimidad misma de los fenómenos, es absolutamente impensable si no se coloca en primer plano la dominancia del significante en los fenómenos analíticos.
¿Cuál carácter del significante? ¿El de estar entregado, como “día”, a todas las vicisitudes de un juego a través del que llegará a significar cosas muy diversas? Arriesgo un “sí”, como respuesta: “las vicisitudes de un juego”, ése sería el carácter que marcaría el orden inconsciente. Entonces tenemos:
1.- El dominio del signo al que pertenece la huella.
2.- El ¿terreno? del lenguaje que se inscribe en el dominio del signo, porque sus elementos son signos de una ausencia, pero que se diferencia de ese dominio por algo específico que le da su estatuto propiamente significante, alejándolo del estado inicial de huella.
3.- El orden significante, que se inscribiría dentro de ese terreno del lenguaje[8].
4.- En su estado de huella, el signo remite al objeto, “aquel que se fue a otra parte”. Las huellas de Viernes en la arena remiten a ese objeto real que es Viernes y que, para Robinson implicó que pasó por ahí y se fue a otro lugar. Releamos, para verificarlo: ““La distinción entre el signo y el objeto es aquí muy clara puesto que la huella es precisamente lo que deja el objeto que se fue a otra parte. Objetivamente, no se necesita sujeto alguno que reconozca el signo para que esté, la huella existe aun cuando no haya nadie para mirarla”.
5.- En su estado de significante, el signo va a remitir, ya no a un objeto que se fue a otra parte, sino a la ausencia de otro significante.
5.- Esto va a implicar entonces que el “terreno” del lenguaje donde se inscribe el significante sea un terreno en el cual, gracias a esa remisión de un significante a otro ausente, adquiera el carácter de un juego.
6.- Ese carácter del juego significante va a marcar de modo esencial todo lo que es del “orden del inconsciente”.
7.- ¿Cómo exactamente? Retomo partes de la cita que pueden contestar esta pregunta:
7.1.- La obra de Freud, desde su dimensión filológica juega hasta en la intimidad misma de los fenómenos.
7.2.- Esa obra es impensable si no se pone en primer plano “la dominancia significante en los fenómenos analíticos”.
Las palabras en negrita, “fenómenos” y “fenómenos analíticos” me devuelven al contexto enunciativo de la cita, pues la enunciación de Lacan en este capítulo XII, “La pregunta histérica”, de su tercer seminario, Las psicosis (1955-56) va en dos sentidos:
1– En el de articular el capítulo con el seminario en su conjunto
2.- En el de aclarar un malentendido
Subrayo en esa contextualización de la cita 1 (a la que remito al lector) [9] cómo Lacan cambia la perspectiva del abordaje de la psicosis, desde la psiquiátrica a la psicoanalítica propiamente dicha, cuando va sustituyendo la calificación de los “fenómenos”. Abandona “fenómenos psicóticos o elementales” a favor de “fenómenos del lenguaje en la Psicosis”. Así, estos últimos quedan incluidos en lo que él denomina “el campo analítico”. Es decir, “un campo” que le permite a Lacan establecer las coincidencias con el campo del lenguaje delimitado por de Saussure[10]; pero también marcar sus diferencias.
Resuena entonces el título de su Discurso de Roma: “Función y campo del lenguaje y la palabra en psicoanálisis”. El campo es el del lenguaje, la función es de la palabra. Así pues, los fenómenos de la psicosis quedan incluidos, diría “oficialmente”, dentro del campo analítico, el del lenguaje. Freud incluyó los fenómenos de la psicosis en ese campo en términos de causa, si recordamos su análisis de Schreber realizado en sus diferentes niveles lingüísticos. Pero los había excluido en términos del tratamiento posible. Lacan incluye ese tratamiento posible también en el campo del lenguaje, a tal punto que, como sabemos, será el fundamento de su seminario sobre Joyce y sus proposiciones sobre la lalengua.
Pero entonces otro título resonó con ese “campo del lenguaje”: el de la tercera parte del seminario 16: “El goce: su campo”[11]. Aquí ya estamos en otro campo, el trabajado por Lacan, a partir, como lo explica él allí mismo, del Das ding Freudiano, examinado en el seminario 7, La ética del psicoanálisis. Esta atribución de “un campo” al goce, nos autoriza a situar esos dos campos, el freudiano y el lacaniano, en paralelo con marca y significante y extender su inscripción en uno u otro de los campos, según corresponda:
Marca Significante
Campo del goce Campo del lenguaje
Campo de la marca Campo del significante
Finalmente, para acercarme a la respuesta de la pregunta que propuse como título, ¿Qué hay entre esos dos campos en psicoanálisis?, será necesario referirme a otras dos fichas de mi rompecabezas sobre las relaciones goce/significante. La primera, ya mencionada de Hablo a las paredes, en la que Lacan sitúa también dos zonas, pero agrega una “frontera sensible”:
[…] Además, es sabido que insistí sobre la diferencia entre saber y verdad (p. 21). […].
[…] articulé que el discurso analítico se sostiene en la frontera sensible entre la verdad y el saber (p. 21).
[…] el punto en cuestión para el psicoanálisis, eso que llamé la frontera sensible entre verdad y saber (p. 22).
[…] No hay una sola interpretación que no concierna -en lo que ustedes escuchan- al lazo que se manifiesta entre la palabra y el goce (p. 31).
De esta manera, tendríamos nuestros 2 campos: marca y significante y lo que va entre ellos. Si situamos la palabra en paralelo con el orden significante, la marca se situaría en el lugar del goce. Y “la frontera sensible” es lo que respondería a la pregunta por lo que iría del campo de la marca al del significante. En este caso sería “la interpretación” analítica, aquella a la que concierne un lazo: aquel que se manifiesta entre la palabra y el goce[12]. El campo de la marca se inscribiría en el del saber sobre el goce, y el del significante, en el de la verdad. Esta es su síntesis. Incluyo la precisión al campo donde se inscribe la palabra, según la nota de página anterior (13) y pongo en azul claro lo que hay entre los dos campos del “goce” y “eso que se manifiesta de palabra”
Campo de la marca Campo del significante
Saber Verdad
(se sabe) (se encuentra, se revela)
Interpretación analítica
Inconsciente: estructurado como un lenguaje
Lalengua/ lengua (materna)
Goce/acto: R Eso que se manifiesta de palabra: S Discurso: I
Goce Angustia Síntoma Inhibición
Síntoma tipo de lo real
La muerte hace signo en lalengua
Muerte / Vida
La segunda ficha vino de las precisiones que Lacan hace en el seminario 24 sobre los diferentes registros de la interpretación analítica: la que toca el síntoma, al sujeto del inconsciente o al goce. Sobre esta base, entonces, sintetizo en el siguiente esquema mi hipótesis de respuesta a lo que hay entre el campo de la marca y el significante en psicoanálisis:
Tres tipos de interpretación en psicoanálisis
Goce/acto: R Lo que se manifiesta de Palabra: S Discurso: I
Goce Angustia Síntoma Inhibición
Síntoma tipo de lo real
La muerte hace signo en lalengua
Muerte / Vida
1.- La que toca el goce: (compulsión de repetición ¿?): La del chiste o Witz, la del equívoco.
2.- La que toca el síntoma (lo que se ha reprimido): La de la poesía (metáfora y metonimia)
3.- La que toca al sujeto lógico del inconsciente (el que se pregunta algo de sí mismo): La de la lógica, o “función de lalengua[13]”
¿Qué hay entonces entre el campo de la marca y del significante en psicoanálisis, según este recorrido de lectura? “Una frontera sensible” entre el saber y la verdad; es decir, entre los campos del lenguaje y del goce. En el campo analítico en su conjunto, entones, en el de su práctica, esto implica, dos fronteras sensibles distintas:
* Del lado del analizante, la angustia y lo que en su lalengua hace signo de la muerte;
* del lado del analista, las tres posibilidades de interpretación en lo que oye de su analizante, teniendo en cuenta que la que, finalmente, debe hacer operar para tocar ese signo o marca de la muerte es la del Witz, la de la lalengua misma en su registro de equívoco, la que hace estallar el goce en los labios del analizante: una risa, por ejemplo.
[1] Traduzco la definición de manque que trae el diccionario del Centro Nacional de Recursos Textuales y Lexicales (CNRTL, Francia) : “ausencia de un acosa o de una persona cuya presencia sería deseable o necesaria (generalmente para formar un conjunto coherente)” ( https://www.cnrtl.fr/definition/d%C3%A9faut/substantif).
[2] Seminario 16, Capítulo XVI, final de la parte 1.
[3] Por nivel de la enunciación entiendo el nivel del texto donde ellos hablan en la primera persona del singular, ya sea como sujetos (pues también tuvieron que vérselas, como nosotros con sus propios inconscientes) o como sujetos investigadores en psicoanálisis, con toda la dificultad que éste implica.
[4] Buenos Aires, Paidós, 2012.
[5] Lacan, J., El seminario, libro 3, Las Psicosis. Paidós, Buenos Aires, 1955-1956, p, 238. Los subrayados son míos.
[6] Aclaro que tomo en cuenta dos significaciones implicadas en el término: la matemática ( : https://es.wikipedia.org/wiki/Dominio_de_definici%C3%B3n) y, dentro de las que trae el diccionario de la rae (https://dle.rae.es/dominio), la que remite al “territorio”, o aún la que por analogía establece con los tres dominios de la biología, por ejemplo (arquea, bacteria y eucaria).
[7] Como una casa de campo en un condominio, por ejemplo
[8]Hago la distinción sobre diferencia fundamental que Ferdinand de Saussure establece entre Lenguaje, lengua y habla. El habla es la realización particular que hace un sujeto de su lengua materna, es decir, cuando pronuncia o articula cada palabra. Es en ese momento en el que el orden significante se hace valer. Se trata del significante en su estatuto más simple, de fonema o sonido articulado (vocálicos y consonánticos)[8]. Mientras que la lengua, es lo que, según entiendo, Lacan llamaría “el tesoro de los significantes de un alengua”. Por su parte, el lenguaje no se reduce a la lengua y su realización en el lenguaje articulado, pues incluye otras formas significantes, como el lenguaje de los sordos, por ejemplo. Curso de lingüística general (1916).
[9] Seminario 3, Las psicosis, p. 234. Cabe anotar que Lacan va a mencionar el malentendido, punto donde esta cita 1 admite articularse con la 15, que también me impactó tanto: “Soy un traumatizado del malentendido” (Seminario 27).
[10] De Saussure, asigna a la semiótica el estudio del lenguaje, y a la linguistica, el de la lengua, en su aspecto ideal. Llama “lingusitica del habla” a aquella que se ocupa del estudio de su realización concreta en la boca de una persona.
[11] Las dos partes siguientes se titulan, formando una pequeña trilogía: “El goce: su real” y “El goce: su lógica”.
[12] En francés no dice “palabra”, sino: eso que se manifiesta de palabra. Lo cito, porque me parece que no es lo mismo y la omisión de ese “eso que se manifiesta de palabra” es fuente de malentendidos importantes en la lectura: “Il n’y a pas une interpretation qui ne concerne le lien entre ce qui, dans ce que vos entendez, se manifeste de parole et la jouissance”. (Je parle aux murs, Paris seuil, 2012, p. 26).
[13] Hablo a las paredes, p. 19.