Skip to main content

L as marcas de…

 

Lacan, J., El seminario, libro 3, Las Psicosis. Paidós, Buenos Aires, 1955-1956

  1. “Veamos ahora la huella, el paso sobre la arena, signo que no engaña a Robinson. Aquí el signo se separa de su objeto. La huella, en lo que tiene de negativo, lleva el signo natural a un límite en que éste es evanescente. La distinción entre el signo y el objeto es aquí muy clara puesto que la huella es precisamente lo que deja el objeto que se fue a otra parte. Objetivamente, no se necesita sujeto alguno que reconozca el signo para que esté, la huella existe aun cuando no haya nadie para mirarla” p. 238

Lacan, J., El Seminario, libro 5, Las formaciones del inconsciente. Paidós, Buenos Aires, 1957 1958

  1. “Digamos que al menos se ha de exigir un mínimo para definir qué es en su esencia el complejo de castración- es la relación de un deseo con lo que llamaré en esta ocasión una marca” p. 316
  2. “¿No vale más apuntar propiamente a la relación entre dos polos, el deseo y la marca, antes de ir a buscarla en sus distintas formas encarnarse en el sujeto?” p. 316
  3. “Insisto en este carácter de marca. Por otra parte, además del análisis en todas sus distintas manifestaciones interpretativas o significativas y, sin lugar a dudas, en todo lo que encarna ceremonialmente, ritualmente, sociológicamente, la marca es el signo de lo que sostiene esa relación castradora cuya emergencia antropológica nos ha permitido situar el análisis. No olvidemos las encarnaciones religiosas en las que reconocemos el complejo de castración, por ejemplo, la circuncisión, por llamarla por su nombre, o también, en los ritos de pubertad, determinada forma de inscripción, de marca, de tatuaje, vinculada con una fase que se presenta sin ambigüedad como el acceso a cierto estadio del deseo. Todo esto se presenta siempre como marca e impresión” p. 316
  4. “Me dirán ustedes- Eso, ya lo vemos, la marca, no es nada difícil de encontrar, ya se ve en los rebaños, cada pastor tiene su marca para distinguir sus ovejas de las de los demás. No es una observación tan tonta, porque sin duda hay alguna relación, aunque solo fuese porque la marca se presenta con cierto grado de trascendencia respecto de la constitución del rebaño ¿se trata de lo mismo, y nada más?” p.316
  5. “Seguramente no. Lo que la experiencia analítica, y Freud, nos plantean al principio, ese que hay una relación estrecha, incluso intima, entre el deseo y la marca. Aquí, la marca no es simplemente como el signo de reconocimiento para el pastor, en este caso tendríamos dificultades para saber dónde está el pastor. Cuando se trata del hombre, el ser vivo marcado tiene un deseo que no carece de cierta relación íntima con la marca”. pp.317.
  6. “No hay que avanzar demasiado deprisa, ni decir que esta marca es lo que modifica el deseo. Tal vez haya en este deseo, desde el origen, una hiancia que le permite a la marca tener su incidencia especial. De lo que no hay duda es de que existe la más estrecha relación entre lo que caracteriza al deseo en el hombre y la incidencia, el papel y la función de la marca. Encontramos aquí nuevamente, uno frente al otro, el significante y el deseo, y a esto se refiere toda la interrogación que desarrollamos aquí”. pp.317

Lacan, J., El seminario, libro 6, El deseo y su interpretación, Paidós, Buenos Aires, 1958-1959

  1. El primer piso del grafo: “es la primera realización de un ideal acerca del cual ni siquiera podemos decir, en ese momento del esquema, que se trate de un Ideal del yo, sino apenas que el sujeto recibió allí la primera signatura [seing], signum, de su relación con el Otro” p.22
  2. “Si lo recuerdan, ya intenté llevarlos por la vía de una imagen ejemplar que les mostraba la relación que hay entre el significante y cierto tipo de índice o de signo que denomine huella [impronte], que el mismo lleva ya y que es la marca de no sé qué clase de reverso de la marca [huella] de lo real” p.95
  3. “Les hablé de Robinson Crusoe y de la huella del paso de Viernes. ¿Acaso esto es ya el significante? Les dije que el significante comienza, no en la huella, sino en que se borre la huella. Sin embargo, la huella borrada no es lo que constituye al significante. Lo que da comienzo al significante es el hecho de que ella se plantea como susceptible de ser borrada. Dicho en otras palabras, Robinson Crusoe borra la huella del paso de Viernes, pero ¿Qué hace en su lugar? Si quiere conservar ese sitio del pie de Viernes, como mínimo hace una cruz, es decir, una barra y otra barra sobre está. Y ése es el significante específico” p.95
  4. “El significante específico se presenta a la vez como algo que puede ser borrado y, en la operación misma del borrado, subsistir como tal. Quiero decir que el significante se presenta ya como dotado de las propiedades características de lo no dicho. Con la barra anulo ese significante, pero también lo perpetuo en forma indefinida, inauguro la dimensión del significante como tal. Hacer una cruz es hacer lo que en sentido estricto no existe en ninguna forma de señalización a la cual tenga acceso el animal” pp. 95-96
  5. “No hay que creer que los seres no hablantes, los animales, no señalen nada, pero no dejan intencionalmente con lo dicho las huellas de las huellas. Cuanto tengamos tiempo volveremos a las costumbres del hipopótamo y veremos lo que éste deja adrede sobre sus pasos para sus congéneres. Lo que el hombre deja tras de sí es un significante, es una cruz, es una barra en calidad de tachada” p.96
  6. “Apenas les recordaré a qué, para hacérselo palpable en este caso, que, bajo otra forma, aquí también se trata de algo que bien podemos denominar corte – e incluso de manera muy apropiada, puesto que el corte instaura aquí el pasaje a una función significante. De esa mutilación, en efecto, lo que queda es una marca. Por eso, el sujeto que ha sufrido la mutilación como individuo particular del rebaño, en lo sucesivo lleva sobre sí la marca de un significante que lo extrae de un estado primero para elevarlo, identificarlo, una potencia de ser diferente y superior. He aquí el sentido que tiene toda especie de experiencia de franqueamiento iniciático” pp.428-429

Lacan, J. El seminario, Libro 8, La transferencia, Paidós, Buenos Aires, 1960-1961

  1. “Esto me permite destacar cómo debe articularse a este nivel el complejo de castración. Sólo se puede articular plenamente si se considera la dinámica instintual como estructurada por la marca del significante. Al mismo tiempo, el valor de la imagen consiste en mostrarnos que hay, por lo tanto, una superposición o una sobreimposición, un centro común, en sentido vertical, entre el alma y este punto de producción del complejo de castración en el que les dejé la última vez” p. 259

Lacan, J. Seminario 9, la identificación (1961-1962), inédito Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/11%20Seminario%209.pdf

Clase 6, diciembre 20 de 1961

  1. “¿Que esperamos cuando somos criptografías y lingüistas? Discernir en ese texto indescifrado algo que bien podría ser un nombre propio porque existe esta dimensión a la cual uno se asombra que Gardiner no recurra, él, que tiene como líder inaugural de su ciencia a Champollion, y de que no recuerde que es a propósito de Cleopatra y de Ptolomeo que todo el desciframiento del jeroglífico egipcio ha comenzado porque en todas las lenguas Cleopatra es Cleopatra, Ptolomeo es Ptolomeo. Lo que distingue un nombre propio a pesar de las pequeñas apariencias de acomodamiento —se llama “Köln” a Colonia— es que de una lengua a la otra eso se conserva en su estructura, su estructura sonora sin duda; pero esta estructura sonora se distingue por el hecho de que justamente a ésta, entre todas las otras, debemos respetarla, y en razón de la afinidad, justamente, del nombre propio a la marca, a la designación directa del significante como objeto, y henos aquí en apariencia recayendo, incluso de la manera más brutal sobre el “word of particular”. ¿Es eso decir que doy aquí por lo tanto razón a B. Russell? Ustedes lo saben, ciertamente no. Pues en el intervalo esta toda la cuestión, justamente, del nacimiento del significante a partir de eso de lo cual es el signo. ¿Qué quiere decir esto? Es aquí que se inserta como tal una función que es la del sujeto, no del sujeto en sentido psicológico, sino del sujeto en sentido estructural”.

Clase 7, enero 10 de 1962

  1. “Entonces, en tanto el sujeto, a propósito de algo que es marca, que es signo, lee ya antes de que se trate de signos de escritura, antes que perciba que los signos pueden portar trozos diversamente reducidos, recortados de su modulación hablante, y que, reinvirtiendo su función, puede ser admitido para ser como tal, a continuación, el soporte fonético, como se dice, si saben que es así que nace la escritura fonética, que no hay ninguna escritura en su conocimiento, más exactamente, que todo lo que es del orden de la escritura, hablando con propiedad, y no simplemente del dibujo, es algo que comienza siempre con el uso combinado de esos dibujos simplificados, abreviados, de esos dibujos borrados que se denominan diversa e impropiamente ideogramas, en particular”.
  2. “El punto donde está la marca que el sujeto ha recibido de lo que sea que esté en el origen de la Urverdrängt, faltará siempre a lo que fuera que venga a representarla, esa marca que es la marca única del surgimiento original de un significante original que se presentó una vez en el momento en el que el punto, el algo de la Urverdrängt  en cuestión, paso a la existencia inconsciente, a la insistencia en este orden interno que es el inconsciente, entre, por una parte lo que recibe del mundo exterior donde tiene cosas para ligar, por el hecho de que al ligarlas bajo una forma significante, no puede recibirlas sino en su diferencia, y es por esto que no puede de ninguna manera satisfacerse por esta búsqueda de la identidad perceptiva si es esto mismo lo que lo especifica como inconsciente”.

 

Lacan, J., Seminario 14, La lógica del Fantasma (1966-1967), Clase 2, Noviembre 23 de 1966, inédito Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/17%20Seminario%2014.pdf

  1. “No se dice que lo que la repetición busca repetir es precisamente lo que escapa a la función de marca, ya que la marca es original en la función de la repetición. Es por eso que la repetición se ejerce de lo que repite la marca, pero para que la marca provoque la repetición buscada hace falta que, sobre lo buscado, la marca se borre a nivel de lo que ha marcado, está porque en la repetición lo buscado, que por su naturaleza se borra, deja perder esto: que la marca no podría redoblarse más que borrando, repitiendo la marca primera, es decir, dejándola desdoblar fuera de su alcance.”

Clase 8, Enero 25 de 1967

  1. “En este sentido el símbolo S(A/) [S de A mayúscula barrada] quiere decir que podemos razonar nuestra experiencia a partir de esto: que el Otro está marcado. De esto se trata desde el principio de la castración primitiva ateniente al ser maternal”
  2. “Pero esto en sí mismo es bastante significativo, más precisamente de la repugnancia que hay que introducir en la categoría del Otro, la función de la marca. Cuando tienen que vérselas con el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, ustedes no están privados de la marca, es por lo que eso no va sólo sino también con aquellos que tienen que vérselas indirectamente todavía con esta especie de Otro, ellos también tienen un destino bien marcado”
  3. “Pero tenemos aquí que ocuparnos del Otro en tanto campo de la verdad, y de que este Otro esté marcado, lo queramos o no como filósofo, que esté marcado desde el principio por la castración”

Clase 11, Febrero 22 de 1967

  1. “Así la designación de los significantes fundamentales del acto sexual es que, de cualquier forma, por todas partes apelada, aunque se escabulle, la sombra que la unidad planea sobre la pareja; aparece ahí necesariamente la marca, esto en razón de su introducción misma en la función subjetiva, la marca de alguna cosa que debe representar una falta documental. Esto se llama la función de la castración en tanto significante, en tanto que el hombre no se introduce en la función de la pareja más que por la vía de una relación que no se inscribe inmediatamente en la conjunción sexual, que no se encuentra representada más que en este exterior donde ven dibujarse eso que se llama, por eso mismo, extrema razón”

Clase 18, Mayo 10 de 1967

  1. “El síntoma histérico, bajo su forma más simple no tiene que ser considerada como un misterio sino como el principio mismo de toda posibilidad significante, no hay que romperse la cabeza, el cuerpo está hecho para que algo se inscriba que se llama la marca. El cuerpo está hecho para ser marcado, siempre se lo ha hecho, y siempre el primer comienzo de gesto de amor es esbozar, más o menos, este gesto”.

Clase 20, Mayo 31 de 1967

  1. “El cuerpo mismo es originalmente este lugar del Otro, puesto que ahí desde el origen se inscribe la marca en tanto significante”.

Lacan, J., Seminario 15, El acto psicoanalítico (1967-1968), Clase 5, Enero 10 de 1968, inédito Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/18%20Seminario%2015.pdf

  1. “Palpamos incluso que, por el sólo hecho de tener que interrogar ese punto de (argh), de saber si es el cero, es que en todo caso está ya marcado y que después de todo, viene bastante bien pues parece muy satisfactorio ver desprenderse el “o no pienso o no soy” del efecto de la marca. O no soy esta marca, o sólo soy esta marca, es decir que no pienso. Para el psicoanalista, por ejemplo, se aplicaría muy bien”.
  2. “Al nivel de la marca, no vemos más que el resultado precisamente necesario de la alienación, a saber, que no hay elección entre la marca y el ser, de modo que, si eso debe marcarse en alguna parte, es justamente en el extremo de arriba a la izquierda (ver el esquema) del “no pienso”; el efecto alienatorio está ya hecho y no nos sorprende encontrar allí, bajo su forma de origen, el efecto de la marca”.

Lacan, J. El seminario, Libro 16, De un otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 1968-1969.

  1. “Se trata esencialmente de que el goce se busca en un esfuerzo de reencuentro, y que solo se lo podría reencontrar cuando se lo reconoce por el efecto de la marca. La marca misma introduce en el goce la huella con hierro candente de la que resulta la pérdida” p.111
  2. “Este efecto simbólico se inscribe en el hiato producido en el cuerpo y su goce, en la medida en que la incidencia del significante, o de la marca, es decir, de lo que hace un rato llamé el rasgo unario, la determina o la agrava. Como podemos sondear lo que ya había de hiato en el organismo, y solo nos importa el agravamiento, decimos que la incidencia del rasgo unario le da su consistencia.” p. 116
  3. “Quería decir que el corte entre una serie decreciente y una serie creciente se ubica en un punto que no tenemos razón para situar sino por la escritura, puesto que el 1 no tiene aquí otra función más que la del rasgo, el rasgo unario, palote, marca. Pero, por arbitrario que sea, lo cierto es que sin este rasgo unario no habría serie en absoluto” (p.127)
  4. “¿Qué ocurre con la elección de a? Lo elegimos porque estábamos ante el problema preciso de saber cómo representar lo que se pierde al plantear arbitrariamente el 1 inaugural, reducido a su función de marca” (p.129)
  5. “¿Qué ocurre con el sujeto absoluto del goce respecto del sujeto engendrado por este 1 que lo marca, punto-origen de la identificación?” (p. 130)

Lacan, J. El seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1969-1970.

  1. “Y ahora viene lo que aporta Lacan. Se refiere a la repetición, esta identificación del goce. En este punto, tomo algo prestado del texto de Freud, dándole un sentido que éste no indica, la función del rasgo unario, es decir, la forma más simple de la marca, que es el origen del significante propiamente dicho. Y aquí les adelanto- cosa que no se ve en el texto de Freud, pero que el psicoanalista no puede dejar de lado, evitar o rechazar- que todo lo que, a nosotros, analistas, nos interesa como saber se origina en el rasgo unario” (p.49)
  2. “Pero hay a pesar de todo algo completamente radical, la asociación, en la base, en la misma raíz del fantasma, de esta gloria, si puedo expresarme así, de la marca. Me refiero a la marca sobre la piel, donde se inspira, en este fantasma, algo que no es más que un sujeto que se identifica como objeto de goce. En la práctica erótica a la que me refiero, que es la flagelación, por llamarla por su nombre, por si acaso hay aquí archisordo, el gozar adquiere esa ambigüedad que resulta que, en ella, y sólo en ella, es palpable la equivalencia del gesto que marca y el cuerpo, objeto de goce” (p. 52)
  3. “En efecto, si el goce está prohibido, queda claro que si entre en juego no es por azar primitivo, por una eventualidad, un accidente. El ser vivo que funciona normalmente ronronea en el placer. Si el goce es reconocible, si es ratificado al recibir la sanción del rasgo unario y la repetición, que lo instituye desde ese instante como marca, si esto se produce, sólo puede originarse en una muy débil desviación en el sentido del goce” (p. 52-53).
  4. “El goce es exactamente correlativo de la forma primera en que entra en juego lo que llamo la marca, el rasgo unario, que es marca para la muerte, si quieren darle su sentido. Observen bien que nada toma sentido sino a partir del momento en que entra en juego la muerte. A partir de la hendidura, de la separación del goce y del cuerpo desde entonces mortificado, a partir del momento en que hay juego de inscripciones, marca del rasgo unario, se plantea la cuestión” (p.191).

Lacan, J., El seminario, Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante. Paidós, Buenos Aires, 1971

  1. “Tal es en efecto el problema que parecen enfrentar todos los rituales de iniciación. Estos comprenden lo que llamaremos manipulaciones, operaciones, incisiones, circuncisiones, que apuntan y ponen su marca precisamente en el órgano que vemos funcionar como símbolo en lo que nos presenta la experiencia analítica, y que va mucho más allá del privilegio del órgano, ya que es el falo- por cuanto es respecto de este tercero como se ordena todo lo que pone en un atolladero al goce, y hace del hombre y la mujer en la medida en que los fijaríamos con una simple definición biológica, estos seres que están especialmente en dificultades con el goce sexual entre todos los otros goces” pp. 155-156

Lacan, J., El seminario, Libro 23, El Sinthome. Paidós, Buenos Aires, 1975-1976

  1. “Él escribe esto. Lo que él escribe es la consecuencia de lo que él es. Pero ¿hasta dónde llega? ¿Por dónde pasaban los paralelos que lo orientaban, cuyos secretos él en suma da- el exilio, el silencio, la astucia?

Se lo pregunto a Jacques Aubert. ¿No hay en los escritos de Joyce lo que llamaré la sospecha de que es o se construye a sí mismo como lo que él llama en su lengua un redeemer, un redentor? Hubo un redentor, uno verdadero, en las patrañas- para decir las cosas como las entiendo- que le cuentan los curas, y en que manifiestamente tiene fe. ¿llegará él a sustituirlo?

No veo por qué no pedirle a Jacques Aubert su opinión sobre el asunto, que vale tanto como la mía. En este punto, nos vemos reducidos a la opinión porque Joyce no nos lo dijo, lo escribió, y en esto radica toda la diferencia. Cuando se escribe, se puede tocar lo real pero no lo verdadero.

Entonces, Jacques Aubert, ¿qué piensa? Él se creyó, sí o no…

  • Hay marcas, sí.

Por eso pregunto, porque hay marcas.

  • En Stephen Hero, por ejemplo, hay marcas.

Claro.

  • En la primera versión, hay marcas muy claras” 77-78

 

 

Lo Traumático.

 

Lacan, J. El seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud. Paidós, Buenos Aires, 1953-1954

  1. “El trauma, en tanto que cumple una acción represora, interviene a posteriori, nachträglich. En ese momento, algo se desprende del sujeto en el mundo simbólico mismo que está integrado. A partir de entonces esto ya no será algo del sujeto. El sujeto ya no hablará más de ello, ya no lo integrará. No obstante, eso permanece ahí, en alguna parte, hablado, si podemos decirlo así, a través de algo que el sujeto no domina. Será el primer núcleo de lo que luego habrán de llamarse sus síntomas” p.283

Lacan, J., El seminario, libro 3, Las Psicosis. Paidós, Buenos Aires, 1955-1956

  1. “Cuando hablamos de neurosis hacemos cumplir cierto papel a una huida, a una evitación, donde un conflicto con la realidad tiene su parte. Se intenta designar a la función de la realidad en el desencadenamiento de la neurosis mediante la noción de traumatismo, que es una noción etiológica. Esto es una cosa, pero otra cosa es el momento de la neurosis en que se produce en el sujeto cierta ruptura con la realidad. ¿De qué realidad se trata? Freud lo subraya de entrada, la realidad sacrificada en la neurosis es una parte de la realidad psíquica” p. 70

Lacan, J., El seminario, Libro 5, Las Formaciones del Inconsciente. Paidós, Buenos Aires, 1957-1958

  1. “Freud dijo muchas cosas a lo largo de su carrera. En primer lugar, advirtió que lo que podemos llamar el trauma primitivo del obsesivo se opone al trauma primitivo del histérico. En el histérico es una seducción súbita, una intrusión, una irrupción de lo sexual en la vida del sujeto. En el obsesivo, hasta donde el trauma psíquico soporta la crítica de la reconstrucción, el sujeto ha tenido por el contrario un papel activo con el que ha obtenido placer” p. 407
  2. “El famoso traumatismo del que se partió, la famosa escena primitiva que entra en la economía del sujeto e interviene en el corazón y en el horizonte del descubrimiento del inconsciente, ¿qué es? – sino un significante cuya incidencia en la vida he empezado a articular hace un momento. El ser vivo es captado como vivo, en cuanto vivo, pero con ese desvió, esa distancia, que es precisamente la que constituye tanto la autonomía de la dimensión significante como el traumatismo o la ausencia primitiva. ¿Qué es pues? – sino aquella vida que se capta en una horrible apercepción de sí misma, en su extrañeza total, en su brutalidad opaca como puro significante de una existencia intolerable para la propia vida, tan pronto se aparta de ella para ver el traumatismo y la escena primitiva. Es algo de la vida que se le manifiesta a sí misma como significante en estado puro y no puede articularse de ninguna manera ni resolverse” p. 474

Lacan, J., El seminario, Libro 6, El deseo y su interpretación. Paidós, Buenos Aires, 1958-1959

  1. “He aquí lo que la constituye. Ante la presencia primitiva del deseo del Otro como oscuro y opaco, el sujeto está sin recursos, hilflos. La Hilflosigkeit – empleo el término de Freud- en francés se llama déstresse [desamparo] del sujeto. Tal es el fundamento de lo que en el análisis fue explorado, experimentado, situado, como la experiencia traumática” p. 26

Lacan, J., El seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 1959-1960

  1. “Esto es algo en lo que nos referimos mucho menos en la medida en que la articulación del análisis se inscribe en términos harto diferentes- los traumas y su persistencia. Sin duda, hemos aprendido a atomizar ese trauma, esa impresión, esa marca, pero la esencia misma del inconsciente se inscribe en otro registro que aquel en el que, en la Ética, Aristóteles mismo acentúa con un juego de palabras, éthos/ êthos” p. 20

Lacan, J., El seminario, Libro 8, La Transferencia. Paidós, Buenos Aires, 1960-1961

  1. “No es trauma simplemente lo que irrumpe en un momento dado y ha hendido en algún sitio una estructura que se imaginaba total- para eso ha servido la noción de narcisismo. El trauma es lo que ciertos acontecimientos situarán en un determinado lugar en esta estructura. Y al ocuparlo adquieren el valor significante que a él está vinculado en un sujeto determinado. He aquí lo que constituye el valor traumático de un acontecimiento” pp. 359-360

Lacan, J., El seminario, Libro 11, Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 1964

  1. “¿Por qué la repetición apareció en el plano de la llamada neurosis traumática?

Freud al contrario de todos los neurofisiólogos, patólogos y demás, señaló claramente que si para el sujeto reproducir en sueños el recuerdo del gran bombardeo, por ejemplo, de donde parte su neurosis, representa un problema- lo mismo, en cambio, parece tenerle sin cuidado cuando está despierto. ¿En qué consiste, entonces, la función de la repetición traumática cuando nada, en lo más mínimo, parece justificarla desde el punto de vista del principio de placer? Dominar el acontecimiento doloroso, le dirán a uno- pero ¿quién domina?, ¿dónde está aquí el amo que hay que dominar? ¿Por qué precipitarse cuando, precisamente, no sabemos dónde situar la instancia que se dedica a esta operación de dominio?” p. 59

  1. “La función de la tyche, de lo real como encuentro- el encuentro en tanto que puede ser fallido, en tanto que es, esencialmente, el encuentro fallido- se presentó primero en la historia del psicoanálisis bajo una forma que ya basta por sí sola para despertar la atención- la del trauma. ¿No les parece notable que, en el origen de la experiencia analítica, lo real se haya presentado bajo la forma del trauma, que determina todo lo que sigue, y le impone un origen accidental? Estamos aquí en el meollo de lo que puede permitirnos comprender el carácter radical de la noción conflictiva introducida por la oposición del principio de placer al principio de realidad- aquello por lo cual no cabe concebir el principio de realidad como algo que, por su ascendiente, tuviera la última palabra.

En efecto, el trauma concebido como algo que ha de ser taponado por la homeostasis subjetivante que orienta todo el funcionamiento definido por el principio de placer. Nuestra experiencia nos plantea entonces un problema, y es que, en el seno mismo de los procesos primarios, se conserva la insistencia del trauma en no dejarse olvidar por nosotros. El trauma reaparece en ellos, en efecto, y muchas veces a cara descubierta. ¿Cómo puede el sueño, portador del deseo del sujeto, producir lo que hace surgir repetidamente al trauma- si no su propio rostro, al menos la pantalla que nos indica que todavía está detrás?” p.63

  1. “Ahora tenemos que detectar el lugar de lo real, que va del trauma al fantasma-en tanto que el fantasma nunca es sino la pantalla que disimula algo absolutamente primero, determinante en la función de la repetición” p. 68
  2. “Yo también he visto, con mis propios ojos, abiertos por la adivinación materna, al niño, traumatizado de que me fuera a pesar del llamado que precozmente había esbozado con la voz, y que luego volvió a repetir durante meses enteros; yo lo vi, aun mucho tiempo después, cuando lo tomaba en brazos, apoyar la cabeza en mi hombro para hundirse en el sueño, que era lo único que podía volverle a dar acceso al significante viviente que yo era desde la fecha del trauma” p. 71
  3. “La descripción de los estadios, formadores de la libido, no debe ser referida a una pseudo-maduración natural, siempre opaca. Los estadios se organizan en torno de la angustia de castración. El hecho de la copulación en la introducción de la sexualidad traumatizante- ¡tamaño tropiezo! Y tiene una función organizadora para el desarrollo […] El mal encuentro central está a nivel de lo sexual. Lo cual no quiere decir que los estadios tomen un tinte sexual que se difunde a partir de la angustia de castración. Al contrario, se habla de trauma y de escena primaria porque esta empatía no se produce” p. 72
  4. “A fin de cuentas, ¿por qué es tan traumática la escena primaria? ¿Por qué se presenta siempre demasiado pronto o demasiado tarde? ¿Por qué el sujeto encuentra en ella o demasiado placer-así, al menos, concebimos primero la causalidad traumatizante del obsesivo- o demasiado poco, como en la histeria? ¿Por qué no despierta en seguida al sujeto, si es cierto que es tan profundamente libidinal? ¿Por qué el hecho es en este caso dystychia? ¿Por qué la pretendida maduración de los pseudo-instintos está transfija, traspasada, urdida de tíquico, diría- a partir de la palabra tyche? Por el momento, nuestro horizonte es lo facticio que aparece en la relación fundamental con la sexualidad. En la experiencia analítica es preciso partir de lo siguiente: si la escena primaria es traumática, la empatía sexual no sostiene las modulaciones de lo analizable, las sostiene un hecho facticio. Un hecho facticio, como el que aparece en la escena tan ferozmente acosada en la experiencia de El hombre de los lobos: la extrañeza de la desaparición y reaparición del pene” p.78

Lacan, J., Seminario 14, La lógica del Fantasma (1966-1967), Clase 2, Noviembre 23 de 1966, inédito, Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/17%20Seminario%2014.pdf

  1. “Se sabe bastante por toda la continuación de su obra, la inquietud, la verdadera preocupación que él tenía por esta dimensión de la verdad pues desde la perspectiva de la realidad se está cómodo, aún sabiendo tal vez que el traumatismo no es más que fantasma, como estoy mostrándoselos, estructural; pero eso no deja a Freud, que era capaz como yo de inventarlo más tranquilo. Donde está el criterio de verdad, pregunta él. No habría escrito El hombre de los lobos sino estuviera sobre esta pista, sobre esta exigencia ¿Qué es o no, verdad?

Lacan, J. El seminario, Libro 16, De un otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 1968-1969.

  1. “El pensamiento yo no es solamente la pregunta sobre la verdad del saber, lo que ya es mucho, y lo esencial del paso hegeliano impide, según Freud, el acceso a un saber. ¿Necesito recordar de qué se trata en el inconsciente? ¿Cómo se pensó el primer el acceso a un saber? La SelbstbewuBtsein de Hegel es el Yo sé que pienso, mientras el trauma freudiano es un Yo no sé impensable en sí mismo, puesto que supone un Yo pienso desmantelado de todo pensamiento. Si se trata de comprender el inconsciente, el punto-origen, que debe entenderse no genética sino estructuralmente, es el punto nodal de un saber desfalleciente” p. 249

Lacan, J., Seminario 21, Los incautos no yerran (1973-1974), Clase 8, Febrero 19 de 1974, inédito, Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/26%20Seminario%2021.pdf

  1. “Todos inventamos un truco para llenar el agujero (trou) en lo real. Allí donde no hay relación sexual, eso produce “troumatismo” (troumatsme) Uno inventa. Uno inventa lo que puede, por supuesto”.

Lacan, J., Seminario 24, Lo no sabido que sabe de la una-equivocación se ampara en la morra (1973-1974), Clase 11, Abril 19 de 1977, inédito, Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/29%20Seminario%2024.pdf

  1. “El analizante dice lo que cree verdadero. Lo que el analista sabe, es que no habla sino al costado de lo verdadero, porque lo verdadero, lo ignora. Freud delira ahí justo lo que es preciso. Pues él imagina que lo verdadero, es el núcleo traumático. Es así como él se expresa formalmente. Ese pretendido núcleo no tiene existencia- no hay…como lo hice observar invocando a mi nieto, más el aprendizaje que el sujeto ha sufrido de una lengua entre otras, la que es para él la lengua, en la esperanza de aferrarse a ella (Ferrerella), la lengua, lo que equivoca con hacer-real (fairere)”

Lacan, J., Seminario 27, Disolución (1980). Clase 6, El malentendido, Junio 10 de 1980, inédito, Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/32%20Seminario%2027.pdf

  1. “Soy un traumatizado del malentendido. Y como no hago a él, me canso de disolverlo. Y con lo mismo, lo alimento”.
  2. “Otto Rank se acercó a eso hablando del trauma del nacimiento. Trauma no hay otro: el hombre nace malentendido. Ya sé que me interrogan sobre lo que llaman el estatuto del cuerpo, a eso voy, para recalcar que sólo se agarra de eso. El cuerpo no hace aparición en lo real sino como malentendido

L as marcas de…

 

Lacan, J., El seminario, libro 3, Las Psicosis. Paidós, Buenos Aires, 1955-1956

  1. “Veamos ahora la huella, el paso sobre la arena, signo que no engaña a Robinson. Aquí el signo se separa de su objeto. La huella, en lo que tiene de negativo, lleva el signo natural a un límite en que éste es evanescente. La distinción entre el signo y el objeto es aquí muy clara puesto que la huella es precisamente lo que deja el objeto que se fue a otra parte. Objetivamente, no se necesita sujeto alguno que reconozca el signo para que esté, la huella existe aun cuando no haya nadie para mirarla” p. 238

Lacan, J., El Seminario, libro 5, Las formaciones del inconsciente. Paidós, Buenos Aires, 1957 1958

  1. “Digamos que al menos se ha de exigir un mínimo para definir qué es en su esencia el complejo de castración- es la relación de un deseo con lo que llamaré en esta ocasión una marca” p. 316
  2. “¿No vale más apuntar propiamente a la relación entre dos polos, el deseo y la marca, antes de ir a buscarla en sus distintas formas encarnarse en el sujeto?” p. 316
  3. “Insisto en este carácter de marca. Por otra parte, además del análisis en todas sus distintas manifestaciones interpretativas o significativas y, sin lugar a dudas, en todo lo que encarna ceremonialmente, ritualmente, sociológicamente, la marca es el signo de lo que sostiene esa relación castradora cuya emergencia antropológica nos ha permitido situar el análisis. No olvidemos las encarnaciones religiosas en las que reconocemos el complejo de castración, por ejemplo, la circuncisión, por llamarla por su nombre, o también, en los ritos de pubertad, determinada forma de inscripción, de marca, de tatuaje, vinculada con una fase que se presenta sin ambigüedad como el acceso a cierto estadio del deseo. Todo esto se presenta siempre como marca e impresión” p. 316
  4. “Me dirán ustedes- Eso, ya lo vemos, la marca, no es nada difícil de encontrar, ya se ve en los rebaños, cada pastor tiene su marca para distinguir sus ovejas de las de los demás. No es una observación tan tonta, porque sin duda hay alguna relación, aunque solo fuese porque la marca se presenta con cierto grado de trascendencia respecto de la constitución del rebaño ¿se trata de lo mismo, y nada más?” p.316
  5. “Seguramente no. Lo que la experiencia analítica, y Freud, nos plantean al principio, ese que hay una relación estrecha, incluso intima, entre el deseo y la marca. Aquí, la marca no es simplemente como el signo de reconocimiento para el pastor, en este caso tendríamos dificultades para saber dónde está el pastor. Cuando se trata del hombre, el ser vivo marcado tiene un deseo que no carece de cierta relación íntima con la marca”. pp.317.
  6. “No hay que avanzar demasiado deprisa, ni decir que esta marca es lo que modifica el deseo. Tal vez haya en este deseo, desde el origen, una hiancia que le permite a la marca tener su incidencia especial. De lo que no hay duda es de que existe la más estrecha relación entre lo que caracteriza al deseo en el hombre y la incidencia, el papel y la función de la marca. Encontramos aquí nuevamente, uno frente al otro, el significante y el deseo, y a esto se refiere toda la interrogación que desarrollamos aquí”. pp.317

Lacan, J., El seminario, libro 6, El deseo y su interpretación, Paidós, Buenos Aires, 1958-1959

  1. El primer piso del grafo: “es la primera realización de un ideal acerca del cual ni siquiera podemos decir, en ese momento del esquema, que se trate de un Ideal del yo, sino apenas que el sujeto recibió allí la primera signatura [seing], signum, de su relación con el Otro” p.22
  2. “Si lo recuerdan, ya intenté llevarlos por la vía de una imagen ejemplar que les mostraba la relación que hay entre el significante y cierto tipo de índice o de signo que denomine huella [impronte], que el mismo lleva ya y que es la marca de no sé qué clase de reverso de la marca [huella] de lo real” p.95
  3. “Les hablé de Robinson Crusoe y de la huella del paso de Viernes. ¿Acaso esto es ya el significante? Les dije que el significante comienza, no en la huella, sino en que se borre la huella. Sin embargo, la huella borrada no es lo que constituye al significante. Lo que da comienzo al significante es el hecho de que ella se plantea como susceptible de ser borrada. Dicho en otras palabras, Robinson Crusoe borra la huella del paso de Viernes, pero ¿Qué hace en su lugar? Si quiere conservar ese sitio del pie de Viernes, como mínimo hace una cruz, es decir, una barra y otra barra sobre está. Y ése es el significante específico” p.95
  4. “El significante específico se presenta a la vez como algo que puede ser borrado y, en la operación misma del borrado, subsistir como tal. Quiero decir que el significante se presenta ya como dotado de las propiedades características de lo no dicho. Con la barra anulo ese significante, pero también lo perpetuo en forma indefinida, inauguro la dimensión del significante como tal. Hacer una cruz es hacer lo que en sentido estricto no existe en ninguna forma de señalización a la cual tenga acceso el animal” pp. 95-96
  5. “No hay que creer que los seres no hablantes, los animales, no señalen nada, pero no dejan intencionalmente con lo dicho las huellas de las huellas. Cuanto tengamos tiempo volveremos a las costumbres del hipopótamo y veremos lo que éste deja adrede sobre sus pasos para sus congéneres. Lo que el hombre deja tras de sí es un significante, es una cruz, es una barra en calidad de tachada” p.96
  6. “Apenas les recordaré a qué, para hacérselo palpable en este caso, que, bajo otra forma, aquí también se trata de algo que bien podemos denominar corte – e incluso de manera muy apropiada, puesto que el corte instaura aquí el pasaje a una función significante. De esa mutilación, en efecto, lo que queda es una marca. Por eso, el sujeto que ha sufrido la mutilación como individuo particular del rebaño, en lo sucesivo lleva sobre sí la marca de un significante que lo extrae de un estado primero para elevarlo, identificarlo, una potencia de ser diferente y superior. He aquí el sentido que tiene toda especie de experiencia de franqueamiento iniciático” pp.428-429

Lacan, J. El seminario, Libro 8, La transferencia, Paidós, Buenos Aires, 1960-1961

  1. “Esto me permite destacar cómo debe articularse a este nivel el complejo de castración. Sólo se puede articular plenamente si se considera la dinámica instintual como estructurada por la marca del significante. Al mismo tiempo, el valor de la imagen consiste en mostrarnos que hay, por lo tanto, una superposición o una sobreimposición, un centro común, en sentido vertical, entre el alma y este punto de producción del complejo de castración en el que les dejé la última vez” p. 259

Lacan, J. Seminario 9, la identificación (1961-1962), inédito Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/11%20Seminario%209.pdf

Clase 6, diciembre 20 de 1961

  1. “¿Que esperamos cuando somos criptografías y lingüistas? Discernir en ese texto indescifrado algo que bien podría ser un nombre propio porque existe esta dimensión a la cual uno se asombra que Gardiner no recurra, él, que tiene como líder inaugural de su ciencia a Champollion, y de que no recuerde que es a propósito de Cleopatra y de Ptolomeo que todo el desciframiento del jeroglífico egipcio ha comenzado porque en todas las lenguas Cleopatra es Cleopatra, Ptolomeo es Ptolomeo. Lo que distingue un nombre propio a pesar de las pequeñas apariencias de acomodamiento —se llama “Köln” a Colonia— es que de una lengua a la otra eso se conserva en su estructura, su estructura sonora sin duda; pero esta estructura sonora se distingue por el hecho de que justamente a ésta, entre todas las otras, debemos respetarla, y en razón de la afinidad, justamente, del nombre propio a la marca, a la designación directa del significante como objeto, y henos aquí en apariencia recayendo, incluso de la manera más brutal sobre el “word of particular”. ¿Es eso decir que doy aquí por lo tanto razón a B. Russell? Ustedes lo saben, ciertamente no. Pues en el intervalo esta toda la cuestión, justamente, del nacimiento del significante a partir de eso de lo cual es el signo. ¿Qué quiere decir esto? Es aquí que se inserta como tal una función que es la del sujeto, no del sujeto en sentido psicológico, sino del sujeto en sentido estructural”.

Clase 7, enero 10 de 1962

  1. “Entonces, en tanto el sujeto, a propósito de algo que es marca, que es signo, lee ya antes de que se trate de signos de escritura, antes que perciba que los signos pueden portar trozos diversamente reducidos, recortados de su modulación hablante, y que, reinvirtiendo su función, puede ser admitido para ser como tal, a continuación, el soporte fonético, como se dice, si saben que es así que nace la escritura fonética, que no hay ninguna escritura en su conocimiento, más exactamente, que todo lo que es del orden de la escritura, hablando con propiedad, y no simplemente del dibujo, es algo que comienza siempre con el uso combinado de esos dibujos simplificados, abreviados, de esos dibujos borrados que se denominan diversa e impropiamente ideogramas, en particular”.
  2. “El punto donde está la marca que el sujeto ha recibido de lo que sea que esté en el origen de la Urverdrängt, faltará siempre a lo que fuera que venga a representarla, esa marca que es la marca única del surgimiento original de un significante original que se presentó una vez en el momento en el que el punto, el algo de la Urverdrängt  en cuestión, paso a la existencia inconsciente, a la insistencia en este orden interno que es el inconsciente, entre, por una parte lo que recibe del mundo exterior donde tiene cosas para ligar, por el hecho de que al ligarlas bajo una forma significante, no puede recibirlas sino en su diferencia, y es por esto que no puede de ninguna manera satisfacerse por esta búsqueda de la identidad perceptiva si es esto mismo lo que lo especifica como inconsciente”.

 

Lacan, J., Seminario 14, La lógica del Fantasma (1966-1967), Clase 2, Noviembre 23 de 1966, inédito Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/17%20Seminario%2014.pdf

  1. “No se dice que lo que la repetición busca repetir es precisamente lo que escapa a la función de marca, ya que la marca es original en la función de la repetición. Es por eso que la repetición se ejerce de lo que repite la marca, pero para que la marca provoque la repetición buscada hace falta que, sobre lo buscado, la marca se borre a nivel de lo que ha marcado, está porque en la repetición lo buscado, que por su naturaleza se borra, deja perder esto: que la marca no podría redoblarse más que borrando, repitiendo la marca primera, es decir, dejándola desdoblar fuera de su alcance.”

Clase 8, Enero 25 de 1967

  1. “En este sentido el símbolo S(A/) [S de A mayúscula barrada] quiere decir que podemos razonar nuestra experiencia a partir de esto: que el Otro está marcado. De esto se trata desde el principio de la castración primitiva ateniente al ser maternal”
  2. “Pero esto en sí mismo es bastante significativo, más precisamente de la repugnancia que hay que introducir en la categoría del Otro, la función de la marca. Cuando tienen que vérselas con el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, ustedes no están privados de la marca, es por lo que eso no va sólo sino también con aquellos que tienen que vérselas indirectamente todavía con esta especie de Otro, ellos también tienen un destino bien marcado”
  3. “Pero tenemos aquí que ocuparnos del Otro en tanto campo de la verdad, y de que este Otro esté marcado, lo queramos o no como filósofo, que esté marcado desde el principio por la castración”

Clase 11, Febrero 22 de 1967

  1. “Así la designación de los significantes fundamentales del acto sexual es que, de cualquier forma, por todas partes apelada, aunque se escabulle, la sombra que la unidad planea sobre la pareja; aparece ahí necesariamente la marca, esto en razón de su introducción misma en la función subjetiva, la marca de alguna cosa que debe representar una falta documental. Esto se llama la función de la castración en tanto significante, en tanto que el hombre no se introduce en la función de la pareja más que por la vía de una relación que no se inscribe inmediatamente en la conjunción sexual, que no se encuentra representada más que en este exterior donde ven dibujarse eso que se llama, por eso mismo, extrema razón”

Clase 18, Mayo 10 de 1967

  1. “El síntoma histérico, bajo su forma más simple no tiene que ser considerada como un misterio sino como el principio mismo de toda posibilidad significante, no hay que romperse la cabeza, el cuerpo está hecho para que algo se inscriba que se llama la marca. El cuerpo está hecho para ser marcado, siempre se lo ha hecho, y siempre el primer comienzo de gesto de amor es esbozar, más o menos, este gesto”.

Clase 20, Mayo 31 de 1967

  1. “El cuerpo mismo es originalmente este lugar del Otro, puesto que ahí desde el origen se inscribe la marca en tanto significante”.

Lacan, J., Seminario 15, El acto psicoanalítico (1967-1968), Clase 5, Enero 10 de 1968, inédito Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/18%20Seminario%2015.pdf

  1. “Palpamos incluso que, por el sólo hecho de tener que interrogar ese punto de (argh), de saber si es el cero, es que en todo caso está ya marcado y que después de todo, viene bastante bien pues parece muy satisfactorio ver desprenderse el “o no pienso o no soy” del efecto de la marca. O no soy esta marca, o sólo soy esta marca, es decir que no pienso. Para el psicoanalista, por ejemplo, se aplicaría muy bien”.
  2. “Al nivel de la marca, no vemos más que el resultado precisamente necesario de la alienación, a saber, que no hay elección entre la marca y el ser, de modo que, si eso debe marcarse en alguna parte, es justamente en el extremo de arriba a la izquierda (ver el esquema) del “no pienso”; el efecto alienatorio está ya hecho y no nos sorprende encontrar allí, bajo su forma de origen, el efecto de la marca”.

Lacan, J. El seminario, Libro 16, De un otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 1968-1969.

  1. “Se trata esencialmente de que el goce se busca en un esfuerzo de reencuentro, y que solo se lo podría reencontrar cuando se lo reconoce por el efecto de la marca. La marca misma introduce en el goce la huella con hierro candente de la que resulta la pérdida” p.111
  2. “Este efecto simbólico se inscribe en el hiato producido en el cuerpo y su goce, en la medida en que la incidencia del significante, o de la marca, es decir, de lo que hace un rato llamé el rasgo unario, la determina o la agrava. Como podemos sondear lo que ya había de hiato en el organismo, y solo nos importa el agravamiento, decimos que la incidencia del rasgo unario le da su consistencia.” p. 116
  3. “Quería decir que el corte entre una serie decreciente y una serie creciente se ubica en un punto que no tenemos razón para situar sino por la escritura, puesto que el 1 no tiene aquí otra función más que la del rasgo, el rasgo unario, palote, marca. Pero, por arbitrario que sea, lo cierto es que sin este rasgo unario no habría serie en absoluto” (p.127)
  4. “¿Qué ocurre con la elección de a? Lo elegimos porque estábamos ante el problema preciso de saber cómo representar lo que se pierde al plantear arbitrariamente el 1 inaugural, reducido a su función de marca” (p.129)
  5. “¿Qué ocurre con el sujeto absoluto del goce respecto del sujeto engendrado por este 1 que lo marca, punto-origen de la identificación?” (p. 130)

Lacan, J. El seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1969-1970.

  1. “Y ahora viene lo que aporta Lacan. Se refiere a la repetición, esta identificación del goce. En este punto, tomo algo prestado del texto de Freud, dándole un sentido que éste no indica, la función del rasgo unario, es decir, la forma más simple de la marca, que es el origen del significante propiamente dicho. Y aquí les adelanto- cosa que no se ve en el texto de Freud, pero que el psicoanalista no puede dejar de lado, evitar o rechazar- que todo lo que, a nosotros, analistas, nos interesa como saber se origina en el rasgo unario” (p.49)
  2. “Pero hay a pesar de todo algo completamente radical, la asociación, en la base, en la misma raíz del fantasma, de esta gloria, si puedo expresarme así, de la marca. Me refiero a la marca sobre la piel, donde se inspira, en este fantasma, algo que no es más que un sujeto que se identifica como objeto de goce. En la práctica erótica a la que me refiero, que es la flagelación, por llamarla por su nombre, por si acaso hay aquí archisordo, el gozar adquiere esa ambigüedad que resulta que, en ella, y sólo en ella, es palpable la equivalencia del gesto que marca y el cuerpo, objeto de goce” (p. 52)
  3. “En efecto, si el goce está prohibido, queda claro que si entre en juego no es por azar primitivo, por una eventualidad, un accidente. El ser vivo que funciona normalmente ronronea en el placer. Si el goce es reconocible, si es ratificado al recibir la sanción del rasgo unario y la repetición, que lo instituye desde ese instante como marca, si esto se produce, sólo puede originarse en una muy débil desviación en el sentido del goce” (p. 52-53).
  4. “El goce es exactamente correlativo de la forma primera en que entra en juego lo que llamo la marca, el rasgo unario, que es marca para la muerte, si quieren darle su sentido. Observen bien que nada toma sentido sino a partir del momento en que entra en juego la muerte. A partir de la hendidura, de la separación del goce y del cuerpo desde entonces mortificado, a partir del momento en que hay juego de inscripciones, marca del rasgo unario, se plantea la cuestión” (p.191).

Lacan, J., El seminario, Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante. Paidós, Buenos Aires, 1971

  1. “Tal es en efecto el problema que parecen enfrentar todos los rituales de iniciación. Estos comprenden lo que llamaremos manipulaciones, operaciones, incisiones, circuncisiones, que apuntan y ponen su marca precisamente en el órgano que vemos funcionar como símbolo en lo que nos presenta la experiencia analítica, y que va mucho más allá del privilegio del órgano, ya que es el falo- por cuanto es respecto de este tercero como se ordena todo lo que pone en un atolladero al goce, y hace del hombre y la mujer en la medida en que los fijaríamos con una simple definición biológica, estos seres que están especialmente en dificultades con el goce sexual entre todos los otros goces” pp. 155-156

Lacan, J., El seminario, Libro 23, El Sinthome. Paidós, Buenos Aires, 1975-1976

  1. “Él escribe esto. Lo que él escribe es la consecuencia de lo que él es. Pero ¿hasta dónde llega? ¿Por dónde pasaban los paralelos que lo orientaban, cuyos secretos él en suma da- el exilio, el silencio, la astucia?

Se lo pregunto a Jacques Aubert. ¿No hay en los escritos de Joyce lo que llamaré la sospecha de que es o se construye a sí mismo como lo que él llama en su lengua un redeemer, un redentor? Hubo un redentor, uno verdadero, en las patrañas- para decir las cosas como las entiendo- que le cuentan los curas, y en que manifiestamente tiene fe. ¿llegará él a sustituirlo?

No veo por qué no pedirle a Jacques Aubert su opinión sobre el asunto, que vale tanto como la mía. En este punto, nos vemos reducidos a la opinión porque Joyce no nos lo dijo, lo escribió, y en esto radica toda la diferencia. Cuando se escribe, se puede tocar lo real pero no lo verdadero.

Entonces, Jacques Aubert, ¿qué piensa? Él se creyó, sí o no…

  • Hay marcas, sí.

Por eso pregunto, porque hay marcas.

  • En Stephen Hero, por ejemplo, hay marcas.

Claro.

  • En la primera versión, hay marcas muy claras” 77-78

 

 

Lo Traumático.

 

Lacan, J. El seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud. Paidós, Buenos Aires, 1953-1954

  1. “El trauma, en tanto que cumple una acción represora, interviene a posteriori, nachträglich. En ese momento, algo se desprende del sujeto en el mundo simbólico mismo que está integrado. A partir de entonces esto ya no será algo del sujeto. El sujeto ya no hablará más de ello, ya no lo integrará. No obstante, eso permanece ahí, en alguna parte, hablado, si podemos decirlo así, a través de algo que el sujeto no domina. Será el primer núcleo de lo que luego habrán de llamarse sus síntomas” p.283

Lacan, J., El seminario, libro 3, Las Psicosis. Paidós, Buenos Aires, 1955-1956

  1. “Cuando hablamos de neurosis hacemos cumplir cierto papel a una huida, a una evitación, donde un conflicto con la realidad tiene su parte. Se intenta designar a la función de la realidad en el desencadenamiento de la neurosis mediante la noción de traumatismo, que es una noción etiológica. Esto es una cosa, pero otra cosa es el momento de la neurosis en que se produce en el sujeto cierta ruptura con la realidad. ¿De qué realidad se trata? Freud lo subraya de entrada, la realidad sacrificada en la neurosis es una parte de la realidad psíquica” p. 70

Lacan, J., El seminario, Libro 5, Las Formaciones del Inconsciente. Paidós, Buenos Aires, 1957-1958

  1. “Freud dijo muchas cosas a lo largo de su carrera. En primer lugar, advirtió que lo que podemos llamar el trauma primitivo del obsesivo se opone al trauma primitivo del histérico. En el histérico es una seducción súbita, una intrusión, una irrupción de lo sexual en la vida del sujeto. En el obsesivo, hasta donde el trauma psíquico soporta la crítica de la reconstrucción, el sujeto ha tenido por el contrario un papel activo con el que ha obtenido placer” p. 407
  2. “El famoso traumatismo del que se partió, la famosa escena primitiva que entra en la economía del sujeto e interviene en el corazón y en el horizonte del descubrimiento del inconsciente, ¿qué es? – sino un significante cuya incidencia en la vida he empezado a articular hace un momento. El ser vivo es captado como vivo, en cuanto vivo, pero con ese desvió, esa distancia, que es precisamente la que constituye tanto la autonomía de la dimensión significante como el traumatismo o la ausencia primitiva. ¿Qué es pues? – sino aquella vida que se capta en una horrible apercepción de sí misma, en su extrañeza total, en su brutalidad opaca como puro significante de una existencia intolerable para la propia vida, tan pronto se aparta de ella para ver el traumatismo y la escena primitiva. Es algo de la vida que se le manifiesta a sí misma como significante en estado puro y no puede articularse de ninguna manera ni resolverse” p. 474

Lacan, J., El seminario, Libro 6, El deseo y su interpretación. Paidós, Buenos Aires, 1958-1959

  1. “He aquí lo que la constituye. Ante la presencia primitiva del deseo del Otro como oscuro y opaco, el sujeto está sin recursos, hilflos. La Hilflosigkeit – empleo el término de Freud- en francés se llama déstresse [desamparo] del sujeto. Tal es el fundamento de lo que en el análisis fue explorado, experimentado, situado, como la experiencia traumática” p. 26

Lacan, J., El seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 1959-1960

  1. “Esto es algo en lo que nos referimos mucho menos en la medida en que la articulación del análisis se inscribe en términos harto diferentes- los traumas y su persistencia. Sin duda, hemos aprendido a atomizar ese trauma, esa impresión, esa marca, pero la esencia misma del inconsciente se inscribe en otro registro que aquel en el que, en la Ética, Aristóteles mismo acentúa con un juego de palabras, éthos/ êthos” p. 20

Lacan, J., El seminario, Libro 8, La Transferencia. Paidós, Buenos Aires, 1960-1961

  1. “No es trauma simplemente lo que irrumpe en un momento dado y ha hendido en algún sitio una estructura que se imaginaba total- para eso ha servido la noción de narcisismo. El trauma es lo que ciertos acontecimientos situarán en un determinado lugar en esta estructura. Y al ocuparlo adquieren el valor significante que a él está vinculado en un sujeto determinado. He aquí lo que constituye el valor traumático de un acontecimiento” pp. 359-360

Lacan, J., El seminario, Libro 11, Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 1964

  1. “¿Por qué la repetición apareció en el plano de la llamada neurosis traumática?

Freud al contrario de todos los neurofisiólogos, patólogos y demás, señaló claramente que si para el sujeto reproducir en sueños el recuerdo del gran bombardeo, por ejemplo, de donde parte su neurosis, representa un problema- lo mismo, en cambio, parece tenerle sin cuidado cuando está despierto. ¿En qué consiste, entonces, la función de la repetición traumática cuando nada, en lo más mínimo, parece justificarla desde el punto de vista del principio de placer? Dominar el acontecimiento doloroso, le dirán a uno- pero ¿quién domina?, ¿dónde está aquí el amo que hay que dominar? ¿Por qué precipitarse cuando, precisamente, no sabemos dónde situar la instancia que se dedica a esta operación de dominio?” p. 59

  1. “La función de la tyche, de lo real como encuentro- el encuentro en tanto que puede ser fallido, en tanto que es, esencialmente, el encuentro fallido- se presentó primero en la historia del psicoanálisis bajo una forma que ya basta por sí sola para despertar la atención- la del trauma. ¿No les parece notable que, en el origen de la experiencia analítica, lo real se haya presentado bajo la forma del trauma, que determina todo lo que sigue, y le impone un origen accidental? Estamos aquí en el meollo de lo que puede permitirnos comprender el carácter radical de la noción conflictiva introducida por la oposición del principio de placer al principio de realidad- aquello por lo cual no cabe concebir el principio de realidad como algo que, por su ascendiente, tuviera la última palabra.

En efecto, el trauma concebido como algo que ha de ser taponado por la homeostasis subjetivante que orienta todo el funcionamiento definido por el principio de placer. Nuestra experiencia nos plantea entonces un problema, y es que, en el seno mismo de los procesos primarios, se conserva la insistencia del trauma en no dejarse olvidar por nosotros. El trauma reaparece en ellos, en efecto, y muchas veces a cara descubierta. ¿Cómo puede el sueño, portador del deseo del sujeto, producir lo que hace surgir repetidamente al trauma- si no su propio rostro, al menos la pantalla que nos indica que todavía está detrás?” p.63

  1. “Ahora tenemos que detectar el lugar de lo real, que va del trauma al fantasma-en tanto que el fantasma nunca es sino la pantalla que disimula algo absolutamente primero, determinante en la función de la repetición” p. 68
  2. “Yo también he visto, con mis propios ojos, abiertos por la adivinación materna, al niño, traumatizado de que me fuera a pesar del llamado que precozmente había esbozado con la voz, y que luego volvió a repetir durante meses enteros; yo lo vi, aun mucho tiempo después, cuando lo tomaba en brazos, apoyar la cabeza en mi hombro para hundirse en el sueño, que era lo único que podía volverle a dar acceso al significante viviente que yo era desde la fecha del trauma” p. 71
  3. “La descripción de los estadios, formadores de la libido, no debe ser referida a una pseudo-maduración natural, siempre opaca. Los estadios se organizan en torno de la angustia de castración. El hecho de la copulación en la introducción de la sexualidad traumatizante- ¡tamaño tropiezo! Y tiene una función organizadora para el desarrollo […] El mal encuentro central está a nivel de lo sexual. Lo cual no quiere decir que los estadios tomen un tinte sexual que se difunde a partir de la angustia de castración. Al contrario, se habla de trauma y de escena primaria porque esta empatía no se produce” p. 72
  4. “A fin de cuentas, ¿por qué es tan traumática la escena primaria? ¿Por qué se presenta siempre demasiado pronto o demasiado tarde? ¿Por qué el sujeto encuentra en ella o demasiado placer-así, al menos, concebimos primero la causalidad traumatizante del obsesivo- o demasiado poco, como en la histeria? ¿Por qué no despierta en seguida al sujeto, si es cierto que es tan profundamente libidinal? ¿Por qué el hecho es en este caso dystychia? ¿Por qué la pretendida maduración de los pseudo-instintos está transfija, traspasada, urdida de tíquico, diría- a partir de la palabra tyche? Por el momento, nuestro horizonte es lo facticio que aparece en la relación fundamental con la sexualidad. En la experiencia analítica es preciso partir de lo siguiente: si la escena primaria es traumática, la empatía sexual no sostiene las modulaciones de lo analizable, las sostiene un hecho facticio. Un hecho facticio, como el que aparece en la escena tan ferozmente acosada en la experiencia de El hombre de los lobos: la extrañeza de la desaparición y reaparición del pene” p.78

Lacan, J., Seminario 14, La lógica del Fantasma (1966-1967), Clase 2, Noviembre 23 de 1966, inédito, Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/17%20Seminario%2014.pdf

  1. “Se sabe bastante por toda la continuación de su obra, la inquietud, la verdadera preocupación que él tenía por esta dimensión de la verdad pues desde la perspectiva de la realidad se está cómodo, aún sabiendo tal vez que el traumatismo no es más que fantasma, como estoy mostrándoselos, estructural; pero eso no deja a Freud, que era capaz como yo de inventarlo más tranquilo. Donde está el criterio de verdad, pregunta él. No habría escrito El hombre de los lobos sino estuviera sobre esta pista, sobre esta exigencia ¿Qué es o no, verdad?

Lacan, J. El seminario, Libro 16, De un otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 1968-1969.

  1. “El pensamiento yo no es solamente la pregunta sobre la verdad del saber, lo que ya es mucho, y lo esencial del paso hegeliano impide, según Freud, el acceso a un saber. ¿Necesito recordar de qué se trata en el inconsciente? ¿Cómo se pensó el primer el acceso a un saber? La SelbstbewuBtsein de Hegel es el Yo sé que pienso, mientras el trauma freudiano es un Yo no sé impensable en sí mismo, puesto que supone un Yo pienso desmantelado de todo pensamiento. Si se trata de comprender el inconsciente, el punto-origen, que debe entenderse no genética sino estructuralmente, es el punto nodal de un saber desfalleciente” p. 249

Lacan, J., Seminario 21, Los incautos no yerran (1973-1974), Clase 8, Febrero 19 de 1974, inédito, Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/26%20Seminario%2021.pdf

  1. “Todos inventamos un truco para llenar el agujero (trou) en lo real. Allí donde no hay relación sexual, eso produce “troumatismo” (troumatsme) Uno inventa. Uno inventa lo que puede, por supuesto”.

Lacan, J., Seminario 24, Lo no sabido que sabe de la una-equivocación se ampara en la morra (1973-1974), Clase 11, Abril 19 de 1977, inédito, Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/29%20Seminario%2024.pdf

  1. “El analizante dice lo que cree verdadero. Lo que el analista sabe, es que no habla sino al costado de lo verdadero, porque lo verdadero, lo ignora. Freud delira ahí justo lo que es preciso. Pues él imagina que lo verdadero, es el núcleo traumático. Es así como él se expresa formalmente. Ese pretendido núcleo no tiene existencia- no hay…como lo hice observar invocando a mi nieto, más el aprendizaje que el sujeto ha sufrido de una lengua entre otras, la que es para él la lengua, en la esperanza de aferrarse a ella (Ferrerella), la lengua, lo que equivoca con hacer-real (fairere)”

Lacan, J., Seminario 27, Disolución (1980). Clase 6, El malentendido, Junio 10 de 1980, inédito, Disponible en: http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/32%20Seminario%2027.pdf

  1. “Soy un traumatizado del malentendido. Y como no hago a él, me canso de disolverlo. Y con lo mismo, lo alimento”.
  2. “Otto Rank se acercó a eso hablando del trauma del nacimiento. Trauma no hay otro: el hombre nace malentendido. Ya sé que me interrogan sobre lo que llaman el estatuto del cuerpo, a eso voy, para recalcar que sólo se agarra de eso. El cuerpo no hace aparición en lo real sino como malentendido

Leave a Reply