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C laudia Velásquez

 

Sobre mi lectura del testimonio de Alejandro Reinoso, “De la indignación de sí a la dignidad del sinthome”.

La lectura del testimonio de Alejandro me lleva a querer intentar situar allí, el cuerpo hablante, ese cuerpo que habla la lengua de goce.

1.-El cuerpo y el acontecimiento traumático

Está en su testimonio el momento que funda un modo singular de goce como efecto del “acontecimiento traumático del significante que marcó el cuerpo”. La frase del abuelo “Tú no sabes qué es el hambre”, realiza dicha función traumatizante del significante, con el consiguiente efecto de goce sintomático: silenciar la voz, huida del cuerpo, indignidad del sujeto. El lugar sobre el cuál se produjo la marca, es el cuerpo que grita en voz alta su hambre.

2.-El cuerpo y el analista-trauma

Tomo como segundo acontecimiento, el sueño: “Como con gusto arroz a la cantonesa”. No se trata aquí del grito del cuerpo hambriento, se trata del cuerpo que come con gusto. El analista interpreta; en la sonora equivocidad “il riso a Lacan-tonese” (risa-a-la-Lacan) se hace oír la lengua de goce que el cuerpo habla. Sería este el analista-trauma que produce un “antes y después en el análisis y en el cuerpo”, que rompe el sentido establecido del discurso común y que opera en la dirección contraria al trauma de la frase del abuelo.

3.-El cuerpo del sinthome y la Escuela

Ouïr emerge de un modo tal que tiene para Alejandro el estatuto de letra que nombra al sinthome, en el que sí-oír-huir se dan de otra manera. Entiendo entonces, otra manera de J(ouir) el cuerpo y la palabra. Y es con ello, con este Ouïr , que hace lazo a la Escuela Una.

Me pregunto ¿qué hay, qué resta, en Ouïr, de ese cuerpo que grita y declama en voz alta su hambre?

Juan Fernando Pérez

Pregunta a Alejandro Reinoso, a partir del testimonio que, como AE, presentó en el IX ENAPOL, el 15 de septiembre del 2019.

Un acontecimiento traumático se destaca en el testimonio. Ese acontecimiento se reveló en el análisis como causa de lo que allí se designa como “indignidad de sí”, sentimiento que atravesó, hasta ya avanzado el análisis, la vida del sujeto como ley insensata que le imponía la huída del cuerpo, el amordazamiento de la voz, el temor y el odio de la risa, un pensamiento reverberante hasta el exceso, entre otros efectos.

Esa “indignidad de sí”, que se halla subrayada en diversos momentos del testimonio, señala, a mi juicio, una dimensión subjetiva, la del superyó, (no nombrada ciertamente en el relato como tal), instancia de la cual, se sabe, Lacan subraya su ferocidad, que para el sujeto implica un imperativo de goce que, en este caso, le implicaba  huída, amordazamiento, temor, odio, procrastinación. Pregunto entonces, ¿por qué no nombrar como superyoica esa ley insensata, para darle así, por ejemplo, un rostro más definido al masoquismo primordial? ¿Por qué no nombrarla como superyoica, dado el valor que la Orientación Lacaniana le concede a este concepto, en tanto circunscribe, como ningún otro concepto con el que se busque sustituirlo, un real determinante (“¡Goza!”, Aún) y el cual sirve de guía para la interpretación lacaniana de las intrincadas relaciones de los parlêtres con el cuerpo, con la verdad, con el saber, con el bien? O dicho de otra manera, ¿qué se puede derivar a partir de lo que el análisis permitió establecer, acerca de la implicación del trauma en cuanto a la génesis, la naturaleza y la función del superyó del sujeto en cuestión?

Adolfo Ruiz

De las diversas resonancias que tiene en mí este testimonio de Alejandro, tomo un hilo que para mí se inicia con la “Indignidad en el no saber” y que conduce, análisis y pase mediante, a la indignación en la Escuela con la saturación de sentido proveniente del “sabemos demasiado”. Resuena en mí pregunta por la Escuela y por mi formación en la Sede. En la necesidad de ocuparme y de que no ocupemos, por ejemplo, de lo que pasa en nuestra Sede con asuntos como la capacidad de convocar -algo que se señaló en una reciente reunión de miembros-. ¿Cómo reenviar esto al trabajo, para hacer en ese trabajo nuestra experiencia de Escuela? No en procura de la Escuela ideal en nuestra Sede, sino para intentar hacer con lo que puede obstaculizar dicha experiencia.

José Fernando Velásquez

El acontecimiento traumático sincrónico, imborrable identificado, donde el parlêtre ubica la efracción, (ruptura violenta con la homeostasis en el goce previo, el goce femenino, el goce primario según el último Lacan), fue un decir severo, emitido por una figura masculina, reconocida por la mujer madre. Ese trauma deja marcas: “Denigración del decir”, “Indignidad en el no saber”, “Huida del cuerpo”.

La hipótesis que propongo para la conversación es la siguiente interrogación sobre otro tipo de traumatismo del que también se testimonia:  hay otro traumatismo primordial, diacrónico, que no hace acontecimiento, pero que también agujerea la homeostasis y deja marcas, vinculaciones al pasado que son más fuertes que la innovación, el deseo y la voluntad. “Se trata de un “trou-matisme” del que no hay recuerdo posible, ya que se sitúa en una anterioridad lógica respecto de los recuerdos” [1]. Es aquel que se produce por la insistencia del goce materno, esa inquietante presencia inasimilable [2], unheimlich, que deja marcas en el orden de la represión.

La presencia de ese goce alter, el parlêtre la interpreta y “trata de llenar con una creencia” [3]: La de este sujeto fue: “si hablo muero”. Fijación libidinal del goce fálico que adopta lo forma sacrificial; inhibición imaginaria correspondiente a la identificación histérica, nombrada por Lacan como identificación a lo imaginario del Padre real. El s1 “serio” que opera como contraidentificación frente al goce del padre real, produjo efectos segregativos sobre las figuras masculinas según el dictamen del goce femenino de la mujer madre. Como señala un temprano Lacan del seminario I, el parlêtre “…acaba por identificarse a lo más devastador, a lo más fascinante de las primitivas experiencias del sujeto, a lo que llamo la figura feroz, a las figuras que podemos vincular con los traumatismos primitivos, sea cuales fueren que el niño ha sufrido”.[4] El sujeto adopta la propia castración bajo la consigna: “No existe un x que no sea castrado”, y en una rivalidad con ese goce insistente, busca también la castración del otro materno.

Esto que se extrae en el análisis es tomado como “indignación ética”, “odio” o “rechazo” a lo femenino. Consintiendo en la experiencia analítica a la operación lacaniana, el parlêtre logra un saber, escópico e invocante, sobre su huida ante el goce femenino.  Este análisis da cuenta de la experiencia sobre esa pieza de goce: mirar/oír EL SÍNTOMA: la huida frente a lo unhimlich.

Ahora hay una conquista en habitar el campo del goce femenino, no en términos fálicos, sino un “saber hacer” “digna” en esa extraterritorialidad; un estar sin país fálico; un existir contingente, reducido a los acontecimientos. Producto del anudamiento del sínthoma, el parlêtre asume y sabe del exilio de lo fálico y del sentido. Ahora el s1 hace equívoco con el juego lacaniano que produce una partición del S1, que genera risa: SERIO / SE-RIO. El parlêtre puede, aceptar la castración y a la vez, reírse frente a la mujer que tiene al lado.

El goce del otro barrado, conquistado fuera de la escena familiar, (unfamiliar), sabe que, el lado del goce fálico es, “incorregible”. Sabiendo, por la experiencia, que no hay ningún x (otro) consistente, que consista absolutamente en el falo.

[1] Gorostiza, L. El trauma y lo inconmensurable. En: Revista e-Mariposa. No. 8 Trauma. Grama. Pág.28

[2] Miller, J.A. “El ser y el uno”. Inédito.

[3] Laurent, E. “El reverso de la biopolítica”. Grama, Buenos Aires, 2016, p. 105.

[4] Lacan, J. El Seminario, I. “Los escritos técnicos de Freud”. BsAs, Paidós. Pág. 161

Martha Carolina Forero

Resonancia al Testimonio “De la indignación del sí a la dignidad del Sinthome”

Resuena el sueño del exilio

Allí encuentro lo que leo como un efecto de reducción de su análisis, en lo que en él se puede apreciar del paso de la segregación del otro, a partir de la S1 que empuja a una indignación odiosa, causada en la marca traumática del niño frente a la mirada y la voz del abuelo.

Al nuevo lazo con la experiencia de Escuela, no idealizada desde las insignias fálicas, dignificada y dignificante. La Escuela como morada, que aloja en el uno por uno, un destino posible al que se puede arribar en la identificación al sinthome y que implica cierta serenidad ante el goce de cada uno y el propio en ese habitar la Escuela.

Allí me surge una interrogante ¿Qué hacer frente al todos indignados con el que a veces nos topamos y que pone obstáculo a la transferencia de trabajo? La orientación en el testimonio resuena desde reenviar al trabajo, pero más allá desearía saber un poco más de su saber hacer singular ante lo imposible del impasse en su expresión: “Cuando no se puede, simplemente OuÏr”. Lo entiendo como un Oui, un sí a la Escuela, un Ouïr al sin sentido que ella aloja, pero me interroga cómo queda el huir hacia adelante ante lo imposible del impasse cuando se instala.

¡Muchas gracias!

María Cristina Giraldo

Resonó en mí tu enseñanza en el testimonio sobre el paso del uso fantasmático al uso sinthomático de la mirada y de la voz. Te pregunto si hay superposición de estos dos objetos. ¿Hay relación entre tu saber hacer singular con el sinthome y la satisfacción del final? Con relación al paso de la huida al no-hay marcha-atrás ¿fue un solo paso que te llevó a la demanda del pase, o sigues pasando en la contingencia con tu saber maniobrar con el Ouïr?

Un abrazo y gracias.

Carlos Germán Celis Estupiñán.

Estimado Alejandro Reinoso.

Agradezco mucho su testimonio, le hago llegar una resonancia y una pregunta.

Solo un niño que ‹declama› su hambre revela su júbilo especular, y pese a que grita un pedido de satisfacción, queda fracturado en seco por la severidad del dicho del abuelo que introduce una moción de orden, un “tú no sabes qué es el hambre”, directo e hiriente que hace “troumatisme”. Después de eso nada es como antes. La dehiscencia hace su arribo, porque ya estaba, con la marca de un desfasaje originario, el júbilo queda anclado a una discordancia, saciado de agujero, con una nueva in-satisfacción, emprende la huida con la propia voz silenciada. La escena me causó. Y la inquietud se me fue haciendo pregunta. Un serio (S1) elige un analista serio, pero que sonreía, aun cuando la risa era tomada por una mueca perturbadora que en realidad envidiaba. La risa en sí misma no deja de ser una mueca, pero hay algo que hace la diferencia, mi pregunta tiene que ver con cómo lo ‹irritante› contenido en el síntoma y el alivio en la ‹cobardía› de la huida, se enlazan de otro modo en el saber hacer que exige el humor, qué invención para autorizarse a la torsión de una lógica discordante, sin irritarse, y su nueva ganancia de placer, cuya expresión es la risa.

Saludos cordiales

Luis Fernando Gómez V.

Voy a tomar un elemento central de la presentación de Alejandro Reinoso en su testimonio de pase en el IX ENAPOL, y está referido a la indignación, para elevarle algunas preguntas y la posibilidad de ampliación de su experiencia.

  • Primera cuestión: Aludo a su primera frase del texto: La indignidad del sujeto se instaló́ con el acontecimiento traumático del significante que marcó el cuerpo”, y así como nombra más adelante, “el más allá de la indignación”, tendría por preguntarle en “el más acá” de la indignación. ¿Qué hay en el más acá de la indignación?  Ese más acá que se presiente en la frase: “indignidad en el no saber”.  ¿No saber de qué?   En su caso, anunciado por su Abuelo: del Hambre.  Pero lo que vemos es que, a lo que él se refiere no es meramente al hambre de comida, se toca con esa sentencia del abuelo algo más. ¿Qué es ese más?
  • Segunda cuestión: Clara M. Holguín en su texto, “A propósito de la indignación: ¡ESO GRITA!, se refiere así en algunos apartados, “La indignación da cuenta de cómo algo originario ha sido violado en las relaciones del ser hablante consigo mismo…es la pura expresión de cuando un sujeto queda en posición abyecta, cuando es rechazado en lo más íntimo de su ser.” la indignación es un Grito a partir del cual se llama al Otro, se lo produce, para alojar lo más singular del ser hablante, su diferencia. ¡Eso grita!”  ¿Entonces, ¿Así como el impacto traumático de un acontecimiento particular hunde sus raíces en el traumatismo (“trou-matisme”) del sujeto, es que acaso la indignación subjetiva, frente a las contingencias propias de la vida, hunde igualmente sus raíces, en lo pulsional, en el ESO, en la sustancia gozante, previa al sujeto de goce?

Marlon Cortés

DOS DETALLES DE ESCRITURA Y UN APUNTE SOBRE EL TRAUMA

  1. Pospuse la escritura de este texto, hasta que leí la siguiente frase sin recordar cómo la en Sao Paulo. La escuché así: “¿Ven?, ya casi me estoy poniendo serio”. Pero hoy la leí así: “Ven, ya casi me estoy poniendo serio”. Leí el “ven”, no como el verbo ver, sino como el verbo venir. Invitación a escribir.
  2. La palabra “Escuela” está escrita 15 veces. Diez de ellas, se le antepone el artículo “la”. Pero solo una vez, dicho artículo está en Es el momento en que, de manera irónica, nombra a La Escuela para hablar de la indignación que le daba ver a ciertos analistas poco serios y que no sabían tanto como él. Me gusta esa ironía cuasi imperceptible dirigida a sí mismo.
  3. A pesar de que lo traumático fue algo en la vía de mejor callar y escuchar, el sinthome no fue en la vía de lo opuesto, pues, a veces, frente a ciertas formaciones colectivas, es mejor ouir. No significa que no haya habido un movimiento. Sí lo hubo, en tanto que el ouir del final está enlazado con la Escuela como experiencia, y por lo tanto, sin país, pero con colegas.

 Cecilia María Restrepo Gil

PARA PARTICIPAR EN EL CIERRE DE LAS JORNADAS DE LA SEDE MEDELLÍN-

“De la indignación de sí a la dignidad del sinthome”, todo un recorrido de análisis. Es el testimonio que me ofrece el Directorio como un regalo para participar de este encuentro. Al Directorio y a usted mil gracias.

Aprovecho el mismo para continuar con un tema de trabajo que me acompaña, desde hace algún tiempo, sobre la constitución subjetiva. ¿Se puede considerar esa situación, la del “tú no sabes que es el hambre” como el momento traumático de surgimiento del sujeto? ¿Momento que puede ejemplificar esas dos operaciones que Lacan nos propone de alienación y separación?

Dice Lacan, “…se trata de generar la primera alienación, esa alienación por la que el hombre emprende el camino hacia la esclavitud…”[1], no eligió el sujeto la libertad, se adhirió a un significante, aquel que lo hizo esclavo, esclavo del pensamiento, del silencio, del oír sin límite, del no ser de aquí ni de allá.

Otra forma como entiendo la alienación, al menos de la mano de Miller, es por la constitución de lo reprimido que en su caso dio origen a lo indigno. ¿Ese “tú no sabes que es el hambre” fue reprimido y solo surgió por la oportunidad del análisis?

Dice Miller: “ ….el surgimiento de la pulsión responde a la constitución de lo reprimido…..La separación es la inserción de la pulsión en respuesta a lo reprimido.”[2] En su testimonio: “escuchar de más…. oir”

No sé si eso es forzar un poco las cosas, pero creo me ayuda a dar otra vuelta a eso de lo pulsional articulado al Otro que me es difícil de aprehender. ¿Podría llamarse ese circuito que se constituyó en el nuevo sujeto: lo real pulsional?, ¿es la puerta de entrada hacia lo Uno?

Mil gracias

Jorge Iván Zapata H

Una reflexión sobre la enunciación: “De la Indignación de sí a la dignidad del sinthome”. De Alejandro Reinoso.

La cifra de goce, o trozo de real nominado en el Suno, solo, sin Otro: “Ouïr”, muestra su trasegar a través del magnífico relato del testimonio de Alejandro Reinoso. El encuentro traumático con una frase, Suno, de goce: “Tú no sabes que es el hambre”, dicha con severidad por su abuelo, irrumpe como un acontecimiento en su cuerpo, y deviene destino de su síntoma o satisfacción de un goce pulsional. Serio (severidad), rasgo unario de identificación con el Otro, condensa dentro de sí el callarse y huir ante el saber serio del abuelo. El encuentro traumático con este Suno de la frase de su abuelo, da la materialidad significante para estructurar el fantasma único o frase que bien se nomina en: “Si hablo muero, mejor escucho al otro en silencio y miro”. El goce o satisfacción de la pasión-pulsión de la indignación de sí, escrita en la frase del fantasma, es atravesado y, tras el velo de Maya del mismo se encuentra un trozo de real u holofrase: “Ouïr”, escrita en el sueño.   Todo este pasaje al sinthome, motor inmóvil de su trozo de real, desprovisto de ser o significación, trastorna lo serio, la risa y el saber, que ya no estarán al servicio de goce sintomático y fantasmal. En adelante se identificará a su sinthome como su mismidad. Ahora bien, si capto adecuadamente la experiencia analítica de Alejandro Reinoso, pregunto: ¿Es por esta vía que las consistencias de masa, el discurso universitario y los semblantes en la Escuela caen?

Miguel Lopera

Del testimonio de Alejandro, resaltar la importancia de la localización subjetiva del evento traumático que hace marca o huella en el sujeto, como lo muestra el texto en la instalación de la indignidad del sujeto, con el significante que marco el cuerpo como acontecimiento traumático.

Elegir al analista por lo serio, era a la vez descubrirle ciertas sonrisas, pero no le produce lo mismo, reconoce que, con el sueño del arroz a la cantonesa, el analista le hace una interpretación memorable, la-risa-a-la-Lacan, que tiene la dimensión de un acto analítico y produce un antes y un después, un reencuentro dice, inédito, con la risa, podríamos decir que el serio, se-rió.

Podemos pensar el abuelo trauma que produce la consistencia en el síntoma y el fantasma y el analista trauma que con una interpretación significante produce un efecto real en el sujeto analizante que hace acto y moviliza esa consistencia imaginaria de lo serio, en el cuerpo y en su práctica analítica.

Eugenia Flórez

La Escuela aun…

Alejandro en su testimonio se refiere a la dignidad del sinthome a partir de un nuevo lazo, un nuevo lazo a la Escuela, quiero retomarlo a la luz de la pregunta que me resonó en su conferencia.

Lacan se refiere en el texto la Excomunión (Seminario 11) a lo que hace de fórmulas psicoanalíticas en la Escuela ¿Cuáles son los fundamentos del psicoanálisis? Y en ese sentido ¿qué es una praxis? En lo que concierne al psicoanálisis, la praxis designa “una acción concreta por el hombre, sea cual fuere, que le da la posibilidad de tratar lo real” (pág.14).

Lacan está cuestionando el estatuto mismo que ha cobrado el psicoanálisis para la IPA y lo que queda excluido en su intención cientificista: lo real del psicoanálisis.

Poner en cuestión cada tanto los conceptos, hace parte de la política que orienta la enseñanza de Lacan. También la Escuela, como quinto concepto fundamental propuesto por Miller, conviene ser interrogada.

¿Hoy aun…, La escuela es necesario mantenerla en cuestión en el sentido de qué hace a la Escuela? Es una de las propuestas que encontré en la conferencia de Alejandro Reinoso al articular Lo insoportable en la escuela.

Me resulta novedoso puesto que es la pregunta por el deseo del analista lo que estamos más acostumbrados a intentar cernir y de lo que testimonian los AE en su lazo con la Escuela.

Pero ¿estamos a la altura de consentir a ocuparnos del real mismo que concierne a la escuela? ¿Estamos a la altura de ocuparnos de los modos en que lo peor de la escuela emerge? de ocuparnos de ¿Cómo respondemos a lo insoportable de la escuela antes que distanciarnos o permitir que haga implosión?

Reinoso nos invita a tener en cuenta los puntos suspensivos que permiten la pausa respecto a lo que hay por hacer una vez lo peor de la Escuela se hace presente. Lo que hay por hacer sin entusiasmos narcisistas o segregativos, contando con la potencia que tiene reconocer como punto de partida el Otro inconsistente, pero a la vez nos recuerda la potencia del matema del S(A tachado) que se apuntala en lo femenino. ¿Seremos capaces de transitar el pasaje de los narcisismos tocados, del más allá de los brillos fálicos, de los imperios del Uno y orientarnos por una política de las desidentificaciones? Son preguntas que se me abren y que dejo en consideración.

Finalmente, Alejandro nos convoca a servirnos de la buena manera de lo que se desacomoda, de lo que se fracturó de las identificaciones grupales. Nos convoca a pensar cómo seguir, o mejor, lo que sigue, después del encuentro con lo peor, puntos suspensivos.

Jader Andrés Flórez López

En Alejandro Reinoso la marca de lo traumático aparece ante el significante de su abuelo materno: “Tú no sabes que es el hambre”. El objeto voz se enmudeció. Agujero en el que se armó todo: fantasma- “si hablo muero, mejor escucho al otro en silencio y miro”-, síntoma -pensamiento reverberante que insiste- e identificación al S1 “serio”. El atravesamiento del fantasma le permitió pasar del huir a su sinthome: Ouïr. Este saber hacer sobre la huida y el oír, posibilitó en su cuerpo un retroceder-hacia-delante y en su oír un escuchar menos y un no escuchar de más. Cambios de lo pulsional: velamiento del todo mirada y desamordamiento de la voz silente. En ese sentido, teniendo en cuenta su marca de lo traumático, me pregunto: ¿para que un significante haga marca, tiene que estar acompañado o anudado con lo pulsional? Es decir, ¿el significante de su abuelo- “tú no sabes que es el hambre”- enmudeció su objeto voz (hizo marca) por venir acompañado de una “mirada fija”, un “tono serio” y un decir con “severidad”?

Respuestas

Ana Victoria Saldarriaga (25 de septiembre).

Entre los diversos hechos y dichos que hicieron inolvidable esta Noche de Escuela para mí, destaco: 1.- que el nuevo lazo es el particular que cada uno de nosotros pueda establecer con la Escuela; 2.- que, en una sede de Escuela, como en cada uno de nosotros, no sólo puede haber síntoma, sino también algún trauma; y 3.- los efectos saludables de que nuestra palabra circule mediada por un éxtimo cuando dicha extimidad está marcada por un testimonio del pase.

¡Gracias, Alejandro!

Claudia Velásquez (26 de septiembre).

Me pregunto cuándo se agradece, ¿qué se agradece? Para responder a la pregunta, me vino mi propia palabra. Durante la conversación que sostuvimos con Alejandro, animada por su testimonio, digo que a esa palabra del abuelo que hace trauma (“Tú no sabes qué es el hambre”) se le agradece, por cuanto introduce un orden sintomático (huida-silencio-indignación) en un goce ya presente en ese niño, en ese cuerpo que grita y declama en voz alta su hambre. Así, agradezco a Alejandro lo que con su transmisión me permite ordenar y localizar, algo en mi campo de lo no sabido.

José Fernando Velásquez (27 de septiembre).

Agradezco la manera tan digna de transmisión que logra Alejandro, sobre aquello imborrable. Primero su identificación, y luego el análisis de las marcas que dejó: “Denigración del decir”, “Indignidad en el no saber”, “Huida del cuerpo”.

Agradezco a Alejandro dejar traslucir otro tipo de traumatismo más primitivo (esa inquietante presencia, inasimilable, Umwelt, Unheimlichi) de lo femenino.

Se identifica un trazo sinthomático: mirar/oir la huida frente a lo alter, lo femenino. En un análisis el parlêtre reconoce las marcas que esta presencia deja en el cuerpo de goce.

El parlêtre se yergue como única salida ante su “indignación ética”.

Y testimonia de ello.

[1] Lacan, Seminario 11. Paidós 2015. BsAs. Pág. 220

[2] Miller y otros. Embrollos del cuerpo. Paidós. BsAs. 2012. Pág.115

C laudia Velásquez

 

Sobre mi lectura del testimonio de Alejandro Reinoso, “De la indignación de sí a la dignidad del sinthome”.

La lectura del testimonio de Alejandro me lleva a querer intentar situar allí, el cuerpo hablante, ese cuerpo que habla la lengua de goce.

1.-El cuerpo y el acontecimiento traumático

Está en su testimonio el momento que funda un modo singular de goce como efecto del “acontecimiento traumático del significante que marcó el cuerpo”. La frase del abuelo “Tú no sabes qué es el hambre”, realiza dicha función traumatizante del significante, con el consiguiente efecto de goce sintomático: silenciar la voz, huida del cuerpo, indignidad del sujeto. El lugar sobre el cuál se produjo la marca, es el cuerpo que grita en voz alta su hambre.

2.-El cuerpo y el analista-trauma

Tomo como segundo acontecimiento, el sueño: “Como con gusto arroz a la cantonesa”. No se trata aquí del grito del cuerpo hambriento, se trata del cuerpo que come con gusto. El analista interpreta; en la sonora equivocidad “il riso a Lacan-tonese” (risa-a-la-Lacan) se hace oír la lengua de goce que el cuerpo habla. Sería este el analista-trauma que produce un “antes y después en el análisis y en el cuerpo”, que rompe el sentido establecido del discurso común y que opera en la dirección contraria al trauma de la frase del abuelo.

3.-El cuerpo del sinthome y la Escuela

Ouïr emerge de un modo tal que tiene para Alejandro el estatuto de letra que nombra al sinthome, en el que sí-oír-huir se dan de otra manera. Entiendo entonces, otra manera de J(ouir) el cuerpo y la palabra. Y es con ello, con este Ouïr , que hace lazo a la Escuela Una.

Me pregunto ¿qué hay, qué resta, en Ouïr, de ese cuerpo que grita y declama en voz alta su hambre?

Juan Fernando Pérez

Pregunta a Alejandro Reinoso, a partir del testimonio que, como AE, presentó en el IX ENAPOL, el 15 de septiembre del 2019.

Un acontecimiento traumático se destaca en el testimonio. Ese acontecimiento se reveló en el análisis como causa de lo que allí se designa como “indignidad de sí”, sentimiento que atravesó, hasta ya avanzado el análisis, la vida del sujeto como ley insensata que le imponía la huída del cuerpo, el amordazamiento de la voz, el temor y el odio de la risa, un pensamiento reverberante hasta el exceso, entre otros efectos.

Esa “indignidad de sí”, que se halla subrayada en diversos momentos del testimonio, señala, a mi juicio, una dimensión subjetiva, la del superyó, (no nombrada ciertamente en el relato como tal), instancia de la cual, se sabe, Lacan subraya su ferocidad, que para el sujeto implica un imperativo de goce que, en este caso, le implicaba  huída, amordazamiento, temor, odio, procrastinación. Pregunto entonces, ¿por qué no nombrar como superyoica esa ley insensata, para darle así, por ejemplo, un rostro más definido al masoquismo primordial? ¿Por qué no nombrarla como superyoica, dado el valor que la Orientación Lacaniana le concede a este concepto, en tanto circunscribe, como ningún otro concepto con el que se busque sustituirlo, un real determinante (“¡Goza!”, Aún) y el cual sirve de guía para la interpretación lacaniana de las intrincadas relaciones de los parlêtres con el cuerpo, con la verdad, con el saber, con el bien? O dicho de otra manera, ¿qué se puede derivar a partir de lo que el análisis permitió establecer, acerca de la implicación del trauma en cuanto a la génesis, la naturaleza y la función del superyó del sujeto en cuestión?

Adolfo Ruiz

De las diversas resonancias que tiene en mí este testimonio de Alejandro, tomo un hilo que para mí se inicia con la “Indignidad en el no saber” y que conduce, análisis y pase mediante, a la indignación en la Escuela con la saturación de sentido proveniente del “sabemos demasiado”. Resuena en mí pregunta por la Escuela y por mi formación en la Sede. En la necesidad de ocuparme y de que no ocupemos, por ejemplo, de lo que pasa en nuestra Sede con asuntos como la capacidad de convocar -algo que se señaló en una reciente reunión de miembros-. ¿Cómo reenviar esto al trabajo, para hacer en ese trabajo nuestra experiencia de Escuela? No en procura de la Escuela ideal en nuestra Sede, sino para intentar hacer con lo que puede obstaculizar dicha experiencia.

José Fernando Velásquez

El acontecimiento traumático sincrónico, imborrable identificado, donde el parlêtre ubica la efracción, (ruptura violenta con la homeostasis en el goce previo, el goce femenino, el goce primario según el último Lacan), fue un decir severo, emitido por una figura masculina, reconocida por la mujer madre. Ese trauma deja marcas: “Denigración del decir”, “Indignidad en el no saber”, “Huida del cuerpo”.

La hipótesis que propongo para la conversación es la siguiente interrogación sobre otro tipo de traumatismo del que también se testimonia:  hay otro traumatismo primordial, diacrónico, que no hace acontecimiento, pero que también agujerea la homeostasis y deja marcas, vinculaciones al pasado que son más fuertes que la innovación, el deseo y la voluntad. “Se trata de un “trou-matisme” del que no hay recuerdo posible, ya que se sitúa en una anterioridad lógica respecto de los recuerdos” [1]. Es aquel que se produce por la insistencia del goce materno, esa inquietante presencia inasimilable [2], unheimlich, que deja marcas en el orden de la represión.

La presencia de ese goce alter, el parlêtre la interpreta y “trata de llenar con una creencia” [3]: La de este sujeto fue: “si hablo muero”. Fijación libidinal del goce fálico que adopta lo forma sacrificial; inhibición imaginaria correspondiente a la identificación histérica, nombrada por Lacan como identificación a lo imaginario del Padre real. El s1 “serio” que opera como contraidentificación frente al goce del padre real, produjo efectos segregativos sobre las figuras masculinas según el dictamen del goce femenino de la mujer madre. Como señala un temprano Lacan del seminario I, el parlêtre “…acaba por identificarse a lo más devastador, a lo más fascinante de las primitivas experiencias del sujeto, a lo que llamo la figura feroz, a las figuras que podemos vincular con los traumatismos primitivos, sea cuales fueren que el niño ha sufrido”.[4] El sujeto adopta la propia castración bajo la consigna: “No existe un x que no sea castrado”, y en una rivalidad con ese goce insistente, busca también la castración del otro materno.

Esto que se extrae en el análisis es tomado como “indignación ética”, “odio” o “rechazo” a lo femenino. Consintiendo en la experiencia analítica a la operación lacaniana, el parlêtre logra un saber, escópico e invocante, sobre su huida ante el goce femenino.  Este análisis da cuenta de la experiencia sobre esa pieza de goce: mirar/oír EL SÍNTOMA: la huida frente a lo unhimlich.

Ahora hay una conquista en habitar el campo del goce femenino, no en términos fálicos, sino un “saber hacer” “digna” en esa extraterritorialidad; un estar sin país fálico; un existir contingente, reducido a los acontecimientos. Producto del anudamiento del sínthoma, el parlêtre asume y sabe del exilio de lo fálico y del sentido. Ahora el s1 hace equívoco con el juego lacaniano que produce una partición del S1, que genera risa: SERIO / SE-RIO. El parlêtre puede, aceptar la castración y a la vez, reírse frente a la mujer que tiene al lado.

El goce del otro barrado, conquistado fuera de la escena familiar, (unfamiliar), sabe que, el lado del goce fálico es, “incorregible”. Sabiendo, por la experiencia, que no hay ningún x (otro) consistente, que consista absolutamente en el falo.

[1] Gorostiza, L. El trauma y lo inconmensurable. En: Revista e-Mariposa. No. 8 Trauma. Grama. Pág.28

[2] Miller, J.A. “El ser y el uno”. Inédito.

[3] Laurent, E. “El reverso de la biopolítica”. Grama, Buenos Aires, 2016, p. 105.

[4] Lacan, J. El Seminario, I. “Los escritos técnicos de Freud”. BsAs, Paidós. Pág. 161

Martha Carolina Forero

Resonancia al Testimonio “De la indignación del sí a la dignidad del Sinthome”

Resuena el sueño del exilio

Allí encuentro lo que leo como un efecto de reducción de su análisis, en lo que en él se puede apreciar del paso de la segregación del otro, a partir de la S1 que empuja a una indignación odiosa, causada en la marca traumática del niño frente a la mirada y la voz del abuelo.

Al nuevo lazo con la experiencia de Escuela, no idealizada desde las insignias fálicas, dignificada y dignificante. La Escuela como morada, que aloja en el uno por uno, un destino posible al que se puede arribar en la identificación al sinthome y que implica cierta serenidad ante el goce de cada uno y el propio en ese habitar la Escuela.

Allí me surge una interrogante ¿Qué hacer frente al todos indignados con el que a veces nos topamos y que pone obstáculo a la transferencia de trabajo? La orientación en el testimonio resuena desde reenviar al trabajo, pero más allá desearía saber un poco más de su saber hacer singular ante lo imposible del impasse en su expresión: “Cuando no se puede, simplemente OuÏr”. Lo entiendo como un Oui, un sí a la Escuela, un Ouïr al sin sentido que ella aloja, pero me interroga cómo queda el huir hacia adelante ante lo imposible del impasse cuando se instala.

¡Muchas gracias!

María Cristina Giraldo

Resonó en mí tu enseñanza en el testimonio sobre el paso del uso fantasmático al uso sinthomático de la mirada y de la voz. Te pregunto si hay superposición de estos dos objetos. ¿Hay relación entre tu saber hacer singular con el sinthome y la satisfacción del final? Con relación al paso de la huida al no-hay marcha-atrás ¿fue un solo paso que te llevó a la demanda del pase, o sigues pasando en la contingencia con tu saber maniobrar con el Ouïr?

Un abrazo y gracias.

Carlos Germán Celis Estupiñán.

Estimado Alejandro Reinoso.

Agradezco mucho su testimonio, le hago llegar una resonancia y una pregunta.

Solo un niño que ‹declama› su hambre revela su júbilo especular, y pese a que grita un pedido de satisfacción, queda fracturado en seco por la severidad del dicho del abuelo que introduce una moción de orden, un “tú no sabes qué es el hambre”, directo e hiriente que hace “troumatisme”. Después de eso nada es como antes. La dehiscencia hace su arribo, porque ya estaba, con la marca de un desfasaje originario, el júbilo queda anclado a una discordancia, saciado de agujero, con una nueva in-satisfacción, emprende la huida con la propia voz silenciada. La escena me causó. Y la inquietud se me fue haciendo pregunta. Un serio (S1) elige un analista serio, pero que sonreía, aun cuando la risa era tomada por una mueca perturbadora que en realidad envidiaba. La risa en sí misma no deja de ser una mueca, pero hay algo que hace la diferencia, mi pregunta tiene que ver con cómo lo ‹irritante› contenido en el síntoma y el alivio en la ‹cobardía› de la huida, se enlazan de otro modo en el saber hacer que exige el humor, qué invención para autorizarse a la torsión de una lógica discordante, sin irritarse, y su nueva ganancia de placer, cuya expresión es la risa.

Saludos cordiales

Luis Fernando Gómez V.

Voy a tomar un elemento central de la presentación de Alejandro Reinoso en su testimonio de pase en el IX ENAPOL, y está referido a la indignación, para elevarle algunas preguntas y la posibilidad de ampliación de su experiencia.

  • Primera cuestión: Aludo a su primera frase del texto: La indignidad del sujeto se instaló́ con el acontecimiento traumático del significante que marcó el cuerpo”, y así como nombra más adelante, “el más allá de la indignación”, tendría por preguntarle en “el más acá” de la indignación. ¿Qué hay en el más acá de la indignación?  Ese más acá que se presiente en la frase: “indignidad en el no saber”.  ¿No saber de qué?   En su caso, anunciado por su Abuelo: del Hambre.  Pero lo que vemos es que, a lo que él se refiere no es meramente al hambre de comida, se toca con esa sentencia del abuelo algo más. ¿Qué es ese más?
  • Segunda cuestión: Clara M. Holguín en su texto, “A propósito de la indignación: ¡ESO GRITA!, se refiere así en algunos apartados, “La indignación da cuenta de cómo algo originario ha sido violado en las relaciones del ser hablante consigo mismo…es la pura expresión de cuando un sujeto queda en posición abyecta, cuando es rechazado en lo más íntimo de su ser.” la indignación es un Grito a partir del cual se llama al Otro, se lo produce, para alojar lo más singular del ser hablante, su diferencia. ¡Eso grita!”  ¿Entonces, ¿Así como el impacto traumático de un acontecimiento particular hunde sus raíces en el traumatismo (“trou-matisme”) del sujeto, es que acaso la indignación subjetiva, frente a las contingencias propias de la vida, hunde igualmente sus raíces, en lo pulsional, en el ESO, en la sustancia gozante, previa al sujeto de goce?

Marlon Cortés

DOS DETALLES DE ESCRITURA Y UN APUNTE SOBRE EL TRAUMA

  1. Pospuse la escritura de este texto, hasta que leí la siguiente frase sin recordar cómo la en Sao Paulo. La escuché así: “¿Ven?, ya casi me estoy poniendo serio”. Pero hoy la leí así: “Ven, ya casi me estoy poniendo serio”. Leí el “ven”, no como el verbo ver, sino como el verbo venir. Invitación a escribir.
  2. La palabra “Escuela” está escrita 15 veces. Diez de ellas, se le antepone el artículo “la”. Pero solo una vez, dicho artículo está en Es el momento en que, de manera irónica, nombra a La Escuela para hablar de la indignación que le daba ver a ciertos analistas poco serios y que no sabían tanto como él. Me gusta esa ironía cuasi imperceptible dirigida a sí mismo.
  3. A pesar de que lo traumático fue algo en la vía de mejor callar y escuchar, el sinthome no fue en la vía de lo opuesto, pues, a veces, frente a ciertas formaciones colectivas, es mejor ouir. No significa que no haya habido un movimiento. Sí lo hubo, en tanto que el ouir del final está enlazado con la Escuela como experiencia, y por lo tanto, sin país, pero con colegas.

 Cecilia María Restrepo Gil

PARA PARTICIPAR EN EL CIERRE DE LAS JORNADAS DE LA SEDE MEDELLÍN-

“De la indignación de sí a la dignidad del sinthome”, todo un recorrido de análisis. Es el testimonio que me ofrece el Directorio como un regalo para participar de este encuentro. Al Directorio y a usted mil gracias.

Aprovecho el mismo para continuar con un tema de trabajo que me acompaña, desde hace algún tiempo, sobre la constitución subjetiva. ¿Se puede considerar esa situación, la del “tú no sabes que es el hambre” como el momento traumático de surgimiento del sujeto? ¿Momento que puede ejemplificar esas dos operaciones que Lacan nos propone de alienación y separación?

Dice Lacan, “…se trata de generar la primera alienación, esa alienación por la que el hombre emprende el camino hacia la esclavitud…”[1], no eligió el sujeto la libertad, se adhirió a un significante, aquel que lo hizo esclavo, esclavo del pensamiento, del silencio, del oír sin límite, del no ser de aquí ni de allá.

Otra forma como entiendo la alienación, al menos de la mano de Miller, es por la constitución de lo reprimido que en su caso dio origen a lo indigno. ¿Ese “tú no sabes que es el hambre” fue reprimido y solo surgió por la oportunidad del análisis?

Dice Miller: “ ….el surgimiento de la pulsión responde a la constitución de lo reprimido…..La separación es la inserción de la pulsión en respuesta a lo reprimido.”[2] En su testimonio: “escuchar de más…. oir”

No sé si eso es forzar un poco las cosas, pero creo me ayuda a dar otra vuelta a eso de lo pulsional articulado al Otro que me es difícil de aprehender. ¿Podría llamarse ese circuito que se constituyó en el nuevo sujeto: lo real pulsional?, ¿es la puerta de entrada hacia lo Uno?

Mil gracias

Jorge Iván Zapata H

Una reflexión sobre la enunciación: “De la Indignación de sí a la dignidad del sinthome”. De Alejandro Reinoso.

La cifra de goce, o trozo de real nominado en el Suno, solo, sin Otro: “Ouïr”, muestra su trasegar a través del magnífico relato del testimonio de Alejandro Reinoso. El encuentro traumático con una frase, Suno, de goce: “Tú no sabes que es el hambre”, dicha con severidad por su abuelo, irrumpe como un acontecimiento en su cuerpo, y deviene destino de su síntoma o satisfacción de un goce pulsional. Serio (severidad), rasgo unario de identificación con el Otro, condensa dentro de sí el callarse y huir ante el saber serio del abuelo. El encuentro traumático con este Suno de la frase de su abuelo, da la materialidad significante para estructurar el fantasma único o frase que bien se nomina en: “Si hablo muero, mejor escucho al otro en silencio y miro”. El goce o satisfacción de la pasión-pulsión de la indignación de sí, escrita en la frase del fantasma, es atravesado y, tras el velo de Maya del mismo se encuentra un trozo de real u holofrase: “Ouïr”, escrita en el sueño.   Todo este pasaje al sinthome, motor inmóvil de su trozo de real, desprovisto de ser o significación, trastorna lo serio, la risa y el saber, que ya no estarán al servicio de goce sintomático y fantasmal. En adelante se identificará a su sinthome como su mismidad. Ahora bien, si capto adecuadamente la experiencia analítica de Alejandro Reinoso, pregunto: ¿Es por esta vía que las consistencias de masa, el discurso universitario y los semblantes en la Escuela caen?

Miguel Lopera

Del testimonio de Alejandro, resaltar la importancia de la localización subjetiva del evento traumático que hace marca o huella en el sujeto, como lo muestra el texto en la instalación de la indignidad del sujeto, con el significante que marco el cuerpo como acontecimiento traumático.

Elegir al analista por lo serio, era a la vez descubrirle ciertas sonrisas, pero no le produce lo mismo, reconoce que, con el sueño del arroz a la cantonesa, el analista le hace una interpretación memorable, la-risa-a-la-Lacan, que tiene la dimensión de un acto analítico y produce un antes y un después, un reencuentro dice, inédito, con la risa, podríamos decir que el serio, se-rió.

Podemos pensar el abuelo trauma que produce la consistencia en el síntoma y el fantasma y el analista trauma que con una interpretación significante produce un efecto real en el sujeto analizante que hace acto y moviliza esa consistencia imaginaria de lo serio, en el cuerpo y en su práctica analítica.

Eugenia Flórez

La Escuela aun…

Alejandro en su testimonio se refiere a la dignidad del sinthome a partir de un nuevo lazo, un nuevo lazo a la Escuela, quiero retomarlo a la luz de la pregunta que me resonó en su conferencia.

Lacan se refiere en el texto la Excomunión (Seminario 11) a lo que hace de fórmulas psicoanalíticas en la Escuela ¿Cuáles son los fundamentos del psicoanálisis? Y en ese sentido ¿qué es una praxis? En lo que concierne al psicoanálisis, la praxis designa “una acción concreta por el hombre, sea cual fuere, que le da la posibilidad de tratar lo real” (pág.14).

Lacan está cuestionando el estatuto mismo que ha cobrado el psicoanálisis para la IPA y lo que queda excluido en su intención cientificista: lo real del psicoanálisis.

Poner en cuestión cada tanto los conceptos, hace parte de la política que orienta la enseñanza de Lacan. También la Escuela, como quinto concepto fundamental propuesto por Miller, conviene ser interrogada.

¿Hoy aun…, La escuela es necesario mantenerla en cuestión en el sentido de qué hace a la Escuela? Es una de las propuestas que encontré en la conferencia de Alejandro Reinoso al articular Lo insoportable en la escuela.

Me resulta novedoso puesto que es la pregunta por el deseo del analista lo que estamos más acostumbrados a intentar cernir y de lo que testimonian los AE en su lazo con la Escuela.

Pero ¿estamos a la altura de consentir a ocuparnos del real mismo que concierne a la escuela? ¿Estamos a la altura de ocuparnos de los modos en que lo peor de la escuela emerge? de ocuparnos de ¿Cómo respondemos a lo insoportable de la escuela antes que distanciarnos o permitir que haga implosión?

Reinoso nos invita a tener en cuenta los puntos suspensivos que permiten la pausa respecto a lo que hay por hacer una vez lo peor de la Escuela se hace presente. Lo que hay por hacer sin entusiasmos narcisistas o segregativos, contando con la potencia que tiene reconocer como punto de partida el Otro inconsistente, pero a la vez nos recuerda la potencia del matema del S(A tachado) que se apuntala en lo femenino. ¿Seremos capaces de transitar el pasaje de los narcisismos tocados, del más allá de los brillos fálicos, de los imperios del Uno y orientarnos por una política de las desidentificaciones? Son preguntas que se me abren y que dejo en consideración.

Finalmente, Alejandro nos convoca a servirnos de la buena manera de lo que se desacomoda, de lo que se fracturó de las identificaciones grupales. Nos convoca a pensar cómo seguir, o mejor, lo que sigue, después del encuentro con lo peor, puntos suspensivos.

Jader Andrés Flórez López

En Alejandro Reinoso la marca de lo traumático aparece ante el significante de su abuelo materno: “Tú no sabes que es el hambre”. El objeto voz se enmudeció. Agujero en el que se armó todo: fantasma- “si hablo muero, mejor escucho al otro en silencio y miro”-, síntoma -pensamiento reverberante que insiste- e identificación al S1 “serio”. El atravesamiento del fantasma le permitió pasar del huir a su sinthome: Ouïr. Este saber hacer sobre la huida y el oír, posibilitó en su cuerpo un retroceder-hacia-delante y en su oír un escuchar menos y un no escuchar de más. Cambios de lo pulsional: velamiento del todo mirada y desamordamiento de la voz silente. En ese sentido, teniendo en cuenta su marca de lo traumático, me pregunto: ¿para que un significante haga marca, tiene que estar acompañado o anudado con lo pulsional? Es decir, ¿el significante de su abuelo- “tú no sabes que es el hambre”- enmudeció su objeto voz (hizo marca) por venir acompañado de una “mirada fija”, un “tono serio” y un decir con “severidad”?

Respuestas

Ana Victoria Saldarriaga (25 de septiembre).

Entre los diversos hechos y dichos que hicieron inolvidable esta Noche de Escuela para mí, destaco: 1.- que el nuevo lazo es el particular que cada uno de nosotros pueda establecer con la Escuela; 2.- que, en una sede de Escuela, como en cada uno de nosotros, no sólo puede haber síntoma, sino también algún trauma; y 3.- los efectos saludables de que nuestra palabra circule mediada por un éxtimo cuando dicha extimidad está marcada por un testimonio del pase.

¡Gracias, Alejandro!

Claudia Velásquez (26 de septiembre).

Me pregunto cuándo se agradece, ¿qué se agradece? Para responder a la pregunta, me vino mi propia palabra. Durante la conversación que sostuvimos con Alejandro, animada por su testimonio, digo que a esa palabra del abuelo que hace trauma (“Tú no sabes qué es el hambre”) se le agradece, por cuanto introduce un orden sintomático (huida-silencio-indignación) en un goce ya presente en ese niño, en ese cuerpo que grita y declama en voz alta su hambre. Así, agradezco a Alejandro lo que con su transmisión me permite ordenar y localizar, algo en mi campo de lo no sabido.

José Fernando Velásquez (27 de septiembre).

Agradezco la manera tan digna de transmisión que logra Alejandro, sobre aquello imborrable. Primero su identificación, y luego el análisis de las marcas que dejó: “Denigración del decir”, “Indignidad en el no saber”, “Huida del cuerpo”.

Agradezco a Alejandro dejar traslucir otro tipo de traumatismo más primitivo (esa inquietante presencia, inasimilable, Umwelt, Unheimlichi) de lo femenino.

Se identifica un trazo sinthomático: mirar/oir la huida frente a lo alter, lo femenino. En un análisis el parlêtre reconoce las marcas que esta presencia deja en el cuerpo de goce.

El parlêtre se yergue como única salida ante su “indignación ética”.

Y testimonia de ello.

[1] Lacan, Seminario 11. Paidós 2015. BsAs. Pág. 220

[2] Miller y otros. Embrollos del cuerpo. Paidós. BsAs. 2012. Pág.115